El verano se caracteriza por el aumento de la temperatura y un incremento de las horas de luz al día. Dos características que nos permiten modificar nuestros hábitos, favoreciendo el desarrollo y disfrute de actividades al aire libre, como ir a la playa o pescar, siempre que se tengan en cuentan ciertos cuidados, especialmente necesarios en los dos extremos de la vida, la infancia y la vejez.
El verano favorece el contacto con la naturaleza y contribuye a aumentar las actividades compartidas con toda la familia, incluyendo abuelos y nietos. Las relaciones sociales ayudan a afrontar la vejez con una actitud positiva, ayudan a mejorar la autoestima y reducen el riesgo de presentar dependencia.
Por esto, es una buena época del año para salir de casa, conocer otros lugares y realizar otro tipo de actividades limitadas en otras épocas del año. Pero el calor en exceso se puede convertir en riesgo para las personas de edad y producir problemas de salud, como insolación o golpe de calor, deshidratación y agotamiento.
Es recomendable hacer ejercicios a primera hora de la mañana o a última de la tarde, evitando las horas centrales del día con máxima exposición al calor. El mejor ejercicio es el paseo, eligiendo lugares con sombra.
Para mantener la casa fresca, algunos consejos útiles son cerrar las ventanas y persianas en las horas de máximo calor y abrirlas a última hora del día y por la noche, que es cuando refresca.
La temperatura alta en el dormitorio dificulta la conciliación del sueño, ya alterada de por sí en los ancianos. Si se tiene el uso del aire acondicionado es una buena solución, programándolo a una temperatura no excesivamente baja, entre 22 y 24 grados.
Tomar el sol puede ser muy agradable y tiene efectos beneficiosos sobre la salud, ya que influye en la fabricación de vitamina D, fundamental en la absorción del calcio, tan importante para el metabolismo del hueso. Pero hay que disfrutar del sol con total seguridad. Esté atento al aumento de la temperatura corporal de causa desconocida, el cansancio injustificado, la somnolencia, la dificultad respiratoria, la diarrea, las caídas, etc.