"Pedazo de hijo de ..., ven rápido para acá"; "estúpida, dile a tu hijo que se deje de mari......das", mejor no seguimos dando ejemplos de expresiones vulgares porque no es el objetivo, pues al contrario pretendemos aconsejar a este tipo de personas que saca de su boca de 10 palabras 12 sucias.
Hay personas que cuando abren la boca, pareciera la apertura de una cloaca y no precisamente, por tener un problema de halitosis. Es una metralleta de obscenidades que salen disparadas de sus labios. No sabemos que tendrá más sucia: la lengua o la mente; más bien se combinan ambas.
No hay que imponerse gritando barbaridades al hablar. La mejor conversación es la que no contiene ni una dosis de agresión ni vulgarismo. Así debemos hablar todos en cualquier momento, incluyendo aquellos donde estemos disgustados porque la educación debe resaltar siempre a la vista.
Hay compañeros vulgares, hermanos vulgares, madres, padres, primos, vecinos, maridos, esposas, jefes, secretarias, amigos, tíos, tías, hijos, padrinos y muchas personas que no pueden hablar si no mencionan una palabra que selle su modo de hablar.
Los panameños deben entender que en vez de venderse bien, lo que hacen es ponerse un distintivo que los identifica como alimañas y verdaderos seres que viven en medio de la inmundicia, donde no hay diferencia entre los malos olores y la basura.
Si en verdad usted desea ser un buen ciudadano, deje de estar hablando mal en su casa, en la calle o en su trabajo. ¿Cree que esto lo hace el panameño más talentoso? ¿Cree que así es que le harán más caso?, Al contrario, se pierde el liderazgo para siempre al expresarse con palabras ofensivas que atentan contra la moral de las personas.
Hermano (a), si en verdad quiere cambiar, abandone el vocabulario por un mejor modo de expresión, claro usted primero tiene que estar en paz de corazón y su rostro debe reflejar alegría y no amargura.
No hay porque andar pregonando vulgaridades en las esquinas. Por más enojo que se sienta, el reaccionar de esa forma, sólo genera rechazo ante el resto de las personas, que deben soportar el tiro que representan esas vulgaridades que disparan los vulgares con su lengua.
Trata de cambiar. Antes de abrir la boca, medita lo que piensas decir y que de ella salgan cosas positivas y no una palabrota ofensiva.