En el sermón de la montaña, Jesucristo pronunció las palabras que representan su idea de cómo debemos vivir y conducirnos. La segunda de las enseñanzas de Jesús en las bienaventuranzas (Mt. 5, 3-12) dice: “Felices los que lloran, porque recibirán consuelo”. Según la Palabra de Dios, ¿quiénes el que llora? Bíblicamente el que llora es el que sufre, porque ama. La expresión “llorar” en la Palabra significa “sufrimiento por amor”. Se refiere a la persona que lleva una cruz y sufre por ella, porque sabe que haciéndolo sirve a otra gente.
Por ejemplo, una madre que es capaz de levantar a cinco hijos sola, a pesar de que el marido la abandonó, sufre según la Palabra de Dios. La madre cuyo hijo le nace inválido o discapacitado, pero aún así o ama, lo respeta, lo ayuda en todo el sentido de la palabra y no se desprende de él ni lo echa de su lado, sufre según la Palabra de Dios. Felices aquellos que lloran, porque de Dios recibirán consuelo.
¡Muchacho!, nunca dejes la cruz del estudio. Yo conozco jóvenes que por pereza han dejado el estudio y luego se arrepienten cuando ya no se puede volver atrás. No dejes esa cruz, porque las cruces que el Señor nos impone tenemos que llevarlas. La persona valiente, decidida, que es capaz de llevar sus cruces como dice la Palabra de Dios, recibirá consuelo. ¿Cuál es el consuelo de Dios? Pues el Espíritu Santo que, según la Palabra, es el gran consolador.
Hay personas que llevan cruces inmensas y, aún así, son felices. Conozco a un hombre, que ya debe tener como 68 años, quien a los nueve años sufrió un accidente y desde tiempo está inválido. Pero es un hombre feliz y realizado plenamente. A los 24 años superó una terrible depresión convencido de que “morir es vivir deprimido” y que tenía que decidir si vivir o morir. Es un hombre que desde una tierna edad está en una sillas de ruedas, pero es una persona excelente, maravillosa, increíble, que está siempre sonriente. Dios cumple sus promesas. “Felices los que lloran, porque serán consolados”.
Aprendamos de Jesús, del ejemplo vivo que nos dio por su humildad, sencillez, amor al prójimo y servicio a los demás. Hagamos méritos con el Señor sirviendo al prójimo con amor y viviendo según la Palabra de Dios. Sólo así tendremos alegría; sólo con la ayuda de Dios podremos ser...¡INVENCIBLES!