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CONSULTORIO MEDICO
Las vacunas contra la gripe son efectivas pero muy poco utilizadas

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Dr. Hiller

ESTIMADO DR. HILLER: ¿A qué edad es recomendable empezar a ponerse la vacuna contra la gripe? ¿Es necesario inyectarse una nueva cada año? - W. K., Santa Ynez, California.

ESTIMADO LECTOR: La influenza, comúnmente denominada como gripe, es una infección del sistema respiratorio enormemente contagiosa. Las vacunas contra la gripe tienen como objetivo fundamental prevenir esta económicamente costosa, y en ocasiones mortal, enfermedad. Como las defensas del sistema inmune que la vacuna proporciona disminuyen con el tiempo, y como el virus que causa la gripe cambia de un año a otro, es aconsejable vacunarse anualmente para que la protección frente al virus esté asegurada. La vacuna contra la gripe es particularmente efectiva si usted tiene más de 50 años -y a edades más tempranas si se considera como una persona con alto riesgo de padecerla. También es muy adecuada para cualquier persona que simplemente quiera evitar la gripe y que tenga al menos 6 meses.

La gripe, que se expande principalmente por vía aérea mediante virus que se propaga cuando una persona infectada se constipa, estornuda o habla, suele tener mayor incidencia durante el invierno. En los Estados Unidos, la "temporada de la gripe" normalmente se produce desde finales de diciembre hasta principio de marzo. La enfermedad puede propagarse rápidamente en ambientes cerrados o donde haya muchas personas, como por ejemplo en jardines de infancia, casas, escuelas, centros de día de atención social y prisiones.

Una persona que tenga la gripe puede contagiarla un día antes de que muestre síntomas aparentes de padecerla e incluso contagiarla de tres a siete días después de haberla pasado. Por lo general es mucho más contagiosa a medida que los síntomas empeoran. Los síntomas suelen comenzar de pronto en un período de tiempo de uno a cuatro días tras la infección. Pueden darse en forma de fiebre, dolores musculares, escalofríos, dolores de cabeza, dolor de garganta, nariz moqueante, enfriamiento y fatiga. Los niños con la gripe pueden también padecer náuseas, diarrea y/o vómitos, si bien esos síntomas rara vez se dan en los adultos.

Los principales síntomas normalmente desaparecen al cabo de una semana, aunque puede que algunas molestias más leves como la fatiga muscular y el resfriado persistan durante una o dos semanas más. Aunque la mayor parte de las personas se recuperan sin el menor problema, algunas desarrollan complicaciones más graves como la neumonía o un agravamiento de las condiciones de alguna enfermedad subyacente. Estas complicaciones son más probables que le ocurran a las personas de edad avanzada, a los muy jóvenes y a los que tienen enfermedades crónicas. Entre 1972 y 1991, más de 40.000 estadounidenses murieron en cada una de las tres epidemias de gripe que han ocurrido, las otras seis epidemias menos graves provocaron la muerte de más de 20.000 personas cada una.

El coste económico y social que la influenza supone es importante, y su impacto directo sobre la cobertura médica es tan elevado como para destinar a ella de 3.000 a 5.000 millones de dólares al año en los Estados Unidos. Si se cuentan los costes indirectos como las bajas laborales que provoca, la gripe en los Estados Unidos cuesta entre los 12.000 y los 15.000 millones de dólares todo los años.

El virus que origina la gripe se clasifica en Tipo A y tipo B. Se han identificado numerosas partículas de ambos tipos, y cada vez surgen continuamente nuevas variantes de los mismos, así como desaparecen rápidamente a causas de veloces cambios genéticos. La vacuna contra la gripe contiene virus inactivos que no impiden que la gripe se contraiga aunque hacen que el cuerpo produzca anticuerpos que luchan contra el virus activos de la misma. Los anticuerpos tardan unas dos semanas en construir un escudo protector eficaz, por ello es mejor inyectarse la vacuna contra la gripe en otoño antes de que pueda aparecer el contagio.

Los virus utilizados para la producción de las vacunas cambian todos los años. La efectividad de la vacuna dependerá del nivel de adaptación de la vacuna a los virus que circulan entre la población. Se tardan de seis a 10 meses para producir la vacuna, por eso cuando acaba la llamada temporada de la gripe, la Administración para los Alimentos y los Fármacos (FDA) empieza a revisar todos los datos disponibles a fin de determinar qué virus son los que tienen mayores probabilidades de extenderse al año siguiente. Estos serán los virus elegidos que formen parte de la composición de la vacuna para la próxima temporada.

Cuando la vacuna creada es muy similar a los virus circulantes, puede llegar a alcanzar una efectividad del 70 al 90 por ciento en la prevención de la gripe en los adultos jóvenes sanos. La efectividad es tradicionalmente más baja entre las personas mayores y otras con un bajo nivel de protección de su sistema inmunológico. A menudo, las personas que contraen la gripe a pesar de haber sido vacunadas muestran unos síntomas más breves y ligeros y tienen menos posibilidades de desarrollar alguna complicación grave.

Al vacunarse contra la gripe también disminuyen las posibilidades de que se la contagie a los que conviven con usted. Esa es la razón por la que es muy conveniente que los trabajadores se vacunen, así como todos los miembros de una familia o aquellas personas que estén en estrecho contacto con otras personas con alto riesgo de padecer complicaciones relacionadas con la gripe.

Una investigación reciente reveló que si los niños de una guardería se vacunan, los cuidadores que estén en contacto con ellos tienen menos posibilidades de desarrollar enfermedades febriles (que producen fiebre) del sistema respiratorio. Aquellos que estuvieron en contacto con niños de guarderías vacunados, mostraban un 42 por ciento menos de casos de episodios febriles respiratorios que aquellos cuidadores que estaban en contacto en guarderías con niños no vacunados contra la gripe. Los mayores efectos positivos fueron observados en los que están en contacto con la población escolar (de 5 a 17 años), un grupo desarrolló un 80 por ciento menos de episodios febriles respiratorios. Los niños vacunados también mostraron un 70 por ciento menos de días lectivos, y los adultos en contacto con los niños vacunados también mostraron un 70 por ciento menos de días perdidos en bajas laborales a consecuencia de esta investigación, dirigida por el doctor Eugene Hurwitz de los Centros para el Control de las Enfermedades, fueron publicadas en el ejemplar del 4 de octubre de 2000 de la revista especializada Journal of the American Medical Association.

Las vacunas contra la influenza normalmente se administran en forma de inyección, sin embargo se está desarrollando una vacuna en forma de aerosol nasal que contiene virus activos especialmente alterados que puede estar disponible en los Estados Unidos a corto plazo, quizá en la próxima temporada de la gripe. Un estudio en el que participaron 1.602 niños de 10 lugares diferentes a lo largo del país reveló que la vacuna es eficaz en prevenir la enfermedad en casi un 93 por ciento de los casos. El doctor Robert Belshe y su amigo investigador publicó los resultados del citado estudio en el número del 14 de mayo de la publicación especializada The New England of Medicine.

Aparte de la vacuna, hay otros medicamentos antivirales que pueden servir para prevenir la gripe. A pesar de que no son un sustituto eficaz de la vacuna, pueden ser de mucha utilidad en casos en los que la vacuna no sea aconsejable. También proporcionan una protección adicional a aquellas personas que han sido vacunadas, especialmente las que tienen menos posibilidades de conseguir la máxima protección de las vacunas. Estos medicamentos también pueden usarse cuando la vacuna no sea especialmente eficaz en su composición con los virus circulantes en la temporada correspondiente, o bien cuando haya que tomar medidas especiales de urgencia en determinadas instituciones ante un brote de gripe.

Los antivirales amantadine y rimantadine tienen una efectividad situada entre un 70 y un 90 por ciento en cuanto a prevención de la influenza de Tipo A, pero no proporciona la suficiente protección frente a la de Tipo B. Si se toman dentro de las 48 horas siguientes a la aparición de los síntomas, también pueden servir para disminuir la gravedad y la duración de la influenza de Tipo A. Ambos medicamentos, especialmente el amantadine, puede que ocasionen algunos efectos secundarios tales como nerviosismo, pequeñas jaquecas o ansiedad.

Otros dos fármacos, zanamivir (Relenza) y oseltamivir (Tamiflu), fueron autorizados al año pasado. A diferencia del amantadine y del rimantadine, estos medicamentos, conocidos como inhibidores neuríticos, son muy eficaces contra ambos tipos de influenza. Tamiflu se toma oralmente y Relenza se administra inhalando unos polvillos. Se han dado casos de problemas respiratorios asociados con el uso de Relenza en algunas personas con afecciones respiratorias crónicas. Hace unas semanas la FDA amplió la autorización del Tamiflu para su venta como fármaco antigripal.

Mucha veces no se tiene en cuenta lo importante que es vacunarse todos los años contra la gripe, a pesar de su gran disponibilidad. Casi la mitad de las personas que están incluidas en grupos de riesgo de padecer complicaciones relacionadas con la gripe, especialmente los menores de 65 años, no se vacunan nunca.

 

 

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Mucha veces no se tiene en cuenta lo importante que es vacunarse todos los años contra la gripe, a pesar de su gran disponibilidad. Casi la mitad de las personas que están incluidas en grupos de riesgo de padecer complicaciones relacionadas con la gripe, especialmente los menores de 65 años, no se vacunan nunca.

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