El Sistema Nacional de Protección Civil (SINAPROC) ya había anticipado la posibilidad de inundaciones en diversos puntos del país, y se había declarado en Alerta Verde. Pero aunque con la tecnología es posible anticiparse con cierto grado de exactitud a los embates del clima, lo que sí resulta imposible es controlarlo.
Ahora, se ha pasado de una alerta verde a "Estado de Emergencia".
Los tres muertos causados por los desbordes de los Ríos Caldera y Chiriquí Viejo en la provincia de Chiriquí, así como los aumentos en los ríos Changuinola, Teribe y Sixaola en Bocas del Toro, y las afectaciones por las lluvias en la costa abajo de Colón, demuestran que probablemente muchos panameños tendremos que acostumbrarnos a pasar el resto de nuestros días en una nueva realidad climática, generada por el calentamiento global.
Las autoridades en materia de protección civil, obras públicas y vivienda, así como la clase política deben darse cuenta de esta realidad. Panamá es un país con enorme riqueza en vías fluviales, y cada vez más, miles panameños humildes viven en las riberas o cercanías de quebradas con potencial de inundaciones.
Numerosas barriadas espontáneas y algunas formales se asientan bajo débiles laderas de montañas ya erosionadas. El peligro de deslizamientos de tierras crecerá en la medida de que las lluvias futuras sean más frecuentes e intensas.
Debemos recordar y aprender de desaciertos como la construcción de la barriada Prados del Este, y al mismo tiempo darnos cuenta de la realidad del calentamiento global que generará tormentas más fuertes y el aumento en el nivel de los océanos. Si no sabemos adaptarnos a los tiempos, más difícil será para nosotros capear el temporal (literalmente), y un mayor número de vidas estarán en riesgo.