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Las drogas de discoteca

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Redacción
Crítica en Línea

La música es ensordecedora, las pupilas se dilatan en una oscuridad rota por los multicolores rayos láser que danzan sobre las cabezas, los cuerpos se contorsionan, el olor a alcohol, perfume y sudor se adueñan del olfato, la conversación se hace de vacío. Pero no basta.

Para que la fiesta no acabe nunca, renovar energías y sentirse flotando en una burbuja y creerse dueños del mundo, cientos de miles de jóvenes en todo el planeta recurren al uso de las llamadas "drogas de discoteca".

QUIENES SON

La mayoría de ellos son jóvenes entre los 18 y los 25 años, los que puede que no conozcan ni el apellido ni la profesión u oficio de la pareja con que danzan frenéticamente o con la que tienen relaciones sexuales, pero sí dónde conseguir drogas sintéticas, muy especialmente la MDMA (3-4 "metilendioximetanfetamin") o éxtasis, la píldora reina de las discotecas del mundo.

El éxtasis, que se vende en pastillas de todo tipo, es una substancia sin olor, ni color y de cierto sabor salado. Sintetizada en laboratorio en 1912 con el propósito de suprimir el apetito, a finales de los 60 empezó a popularizarse entre algunos estudiantes.

En los 70 atraía a profesionales jóvenes, homosexuales, fanáticos del "rock" y seguidores de la "nueva era" que lo empleaban para tener experiencias psíquicas.

En los 80 ya se le conoce como XTC, essence, clarity, Eva, pero sobre todo como éxtasis... un nombre prometedor que oculta una carga de dependencia, escapismo y muerte que tiene hoy a la policía del mundo entero corriendo tras sus fabricantes y distribuidores.

La substancia se empleó años atrás como anestésico, para tratar las crisis repentinas de sueño, la adicción al alcohol y la heroína... pero los médicos suspendieron su uso al comprobar que al despertar, los pacientes se mostraban confusos y padecían de alucinaciones. Por fin, al principio de los 90, el FDA, que controla la producción y distribución de medicinas, ordenó su retiro del mercado.

El MDMA o éxtasis, es una substancia que existe en el cuerpo humano donde se encarga de transmitir los impulsos nerviosos al cerebro, de ahí que los que la usan artificialmente, tengan la impresión de estar alertas, y sentirse mejor, sensación que dura entre una y tres horas.

Aunque la mayoría de los que la consumen creen que es una droga "segura", lo cierto es que al no poder controlar las dosis, que la concentración y pureza de la substancia varían y que la química del cuerpo de cada consumidor es distinta, la droga provoca reacciones diferentes en cada persona, como alucinaciones, delirio, euforia.

La droga, es producida por cientos de millones en laboratorios clandestinos y se consigue en la calle o en los clubs por $10, $20, $25 dólares cada pastilla, variando el precio entre ciudades y países.

Aunque muchos prefieren no ahondar en el tema, a ciertos sociólogos no les cabe duda de que el problema está relacionado con la crisis de la familia y el fracaso del proyecto social en los países donde la abundancia va acompañada de la pérdida de valores.

Para muchos, los responsables de lo que está ocurriendo, son los que abogan por negar el derecho a la vida, promueven la pornografía y el sexo fácil, presentan al antihéroe como ganador y a los jóvenes estudiosos, responsables y espirituales como "nerds", dignos de escasa o ninguna admiración.

El deber de todos es ahondar en las causas de esta crisis, dejar de actuar como máquinas consumidoras de productos innecesarios, estilos de vida superficiales y experiencias vacías, que es lo que lleva a nuestros jóvenes a intentar alcanzar por medios artificiales ese "éxtasis" que pueden lograr de manera natural, a través de la inspiración creadora, la sexualidad plena, el amor compartido, la compasión por el prójimo, el respeto por la vida y el desarrollo espiritual.

De ahí que el mejor camino para ayudar a los que han caído en este vicio sea hablar con ellos y ayudarles a evitar que se pierdan en una visión hedonista y materialista de la vida que les quiere vender el éxtasis en pastillitas, la felicidad en billetes verdes y el paraíso en forma de discotecas y parques de diversiones.

Las pastillas suelen estar adulteradas con otras substancias que son muy peligrosas. Está prohibida por las leyes internacionales.

Crea adicción. Puede producir deshidratación, depresión o muerte. Crea dependencia. Una dosis pequeñas es peligrosa para ciertas personas. Las posibilidades de una mala reacción aumentan al mezclarla con alcohol. Su consumo por personas con hipertensión, problemas cardíacos, epilepsia, asma, embarazadas o que toman antidepresivos puede ser fatal.



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Las pastillas suelen estar adulteradas con otras substancias que son muy peligrosas. Está prohibida por las leyes internacionales.

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