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Seguidores de Abraham se aferran a ra�ces en Cuba

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La Habana
REUTERS

Es viernes por la noche en La Habana Vieja, y en una calle repleta de baches el sonido alto y pegajoso de la m�sica salsa se mezcla con los gritos de los ni�os que juegan en ella.

Encima del ruido com�n de un verano en la vieja capital cubana, se escucha apenas el d�bil ritmo de un zumbido.

Dentro de la sinagoga "Adath Israel de Cuba" unos 50 jud�os cubanos est�n inclinados y orando juntos --hombres y mujeres separados por un parab�n de madera-- dando la bienvenida al Sabat con un servicio Ortodoxo tradicional.

No hay rabino, un estudiante dirige el servicio, los cubanos hispanohablantes siguen una gu�a fon�tica que tiene al lado las traducciones del hebreo en el libro de oraciones.

"Aqu� estamos todav�a. Nunca cerramos la sinagoga, a�n en los tiempos m�s dif�ciles cuando apenas ven�a gente", reflexion� despu�s del servicio el presidente de la congregaci�n, Alberto Zilberstein, durante la comida "kosher", aprobada por la ley judca, donada por jud�os de Panam�.

En el mismo coraz�n de la zona colonial, "Adath Israel" es una de tres sinagogas activas en La Habana, y de las cinco que existen en la isla caribe�a.

Estos templos donde se escucha la doctrina de Mois�s sirven a una peque�a pero refloreciente comunidad de cerca de 500 familias jud�as de apenas 1.500 personas.

Antes de la Revoluci�n Cubana de 1959, la comunidad ten�a cerca de 15.000 jud�os, que llegaron de Estados Unidos, Europa del Este y Turqu�a, desde finales del siglo pasado.

De especial prosperidad para este grupo fueron los a�os alrededor de la Segunda Guerra Mundial. Pero poco tiempo despu�s el n�mero se diezm� considerablemente, al emigrar gran parte de ellos, fundamentalmente hacia Estados Unidos, durante los primeros a�os del gobierno del presidente Fidel Castro.

A pesar de ese �xodo, los actuales l�deres jud�os se muestran �vidos en enfatizar que no hubo discriminaci�n directa en contra de ellos de parte del gobernante Partido Comunista o antisemitismo en Cuba.

Sin embargo, la proclamaci�n de un Estado ate�sta, la nacionalizaci�n de empresas y propiedades privadas, y el rompimiento de los lazos diplom�ticos con Israel, no ayudaron a que esta comunidad, econ�micamente fuerte, continuara desarroll�ndose en la etapa post - revolucionaria.

"Empezaban a ver a los religiosos como personas que no simpatizaban con la Revoluci�n", explic� Jos� Miller, presidente del Comit� Representativo Coordinador de las Sociedades Hebreas de Cuba, que agrupa las sinagogas.

Las tensiones del nuevo estado socialista eran principalmente con la Iglesia Cat�lica, aclar� Miller, lo que tuvo, sin embargo, un golpe de efecto para otras congregaciones religiosas, incluso para los jud�os, que han tenido una peque�a participaci�n en la vida pol�tica en Cuba.

"La vida jud�a decay� mucho. La comunidad se redujo al 10 o 15 por ciento de lo que hab�a sido", agreg� Miller, de 75 a�os, quien estudi� en la Universidad de La Habana en el mismo per�odo que el presidente Castro.

Desde 1990, las condiciones para grupos religiosos en la isla comenzaron un lento cambio, siendo un momento clave la hist�rica visita del Papa Juan Pablo II en 1998.

Con sus sinagogas virtualmente en ruinas y con poca asistencia a los servicios hace una d�cada, los jud�os han disfrutado en los �ltimos a�os de un renacimiento gradual, en una atm�sfera m�s favorable para la religi�n en Cuba.

"Hemos logrado una comunidad muy organizada. No solamente sobrevivimos, estamos activos nuevamente," dijo Miller.

En una de las se�ales m�s evidentes de rejuvenecimiento, algunas de las hasta aqu� olvidadas sinagogas est�n en proceso de restauraci�n. "Hubo un deterioro total. Aqu� las aves entraban dondequiera", dijo la arquitecta Sara Blumenkranz, mientras mostraba la impresionante restauraci�n de la sinagoga "Patronato" de La Habana, finalizada en mayo.

Gracias a las donaciones del extranjero, el "Patronato", de casi 50 a�os, fue renovado completamente, convirti�ndose tambi�n en biblioteca y farmacia, este �ltimo un servicio muy atractivo en un pa�s donde escasean algunas medicinas.

Donde estuvieron muebles carcomidos por termitas y agujeros en el tejado, que reflejaban la deca�da de la comunidad, hay ahora facilidades reci�n pintadas y reestructuradas.

Evidenciando, tal vez, el deseo de la comunidad de mantener armon�a con el Estado, ondean en una escalera del templo la bandera israel� de un lado y del otro la cubana. Y esto a pesar del apoyo brindado por Cuba a la Organizaci�n para la Liberaci�n de Palestina (OLP) en el Medio Oriente y la ruptura de relaciones, a inicios de los 70, con Israel.

Un punto de viraje para todas las agrupaciones religiosas en la isla fue el Cuarto Congreso del Partido Comunista en 1991. All� se revoc� la prohibici�n de que creyentes pudieran ser miembros del partido, abriendo el camino para que los cubanos, que lo desearan, practicaran su fe abiertamente, sin riesgo de da�ar su imagen como "revolucionarios".

"Se abrieron de par en par las puertas del Partido a todos los creyentes que compartiesen sus nobles objetivos patri�ticos, solidarios, humanos y sociales", se�al� una declaraci�n del Bur� Pol�tico del Partido Comunista.

Este cambio anim� a los creyentes a volver abiertamente a los lugares de culto, benefici�ndose entre otros, la comunidad jud�a, que cuenta ahora con simpatizantes del partido.

"No sentimos que el gobierno pone obst�culos en ning�n sentido", insisti� Miller en una entrevista en el "Patronato". "Tenemos relaciones excelentes."

Aunque los emigrantes jud�os de la isla pudieran tener, presumiblemente, diferentes sentimientos acerca del l�der cubano, miembros actuales de la comunidad cuentan con orgullo la visita de Castro a una celebraci�n hebrea en 1998.

Se les ha permitido mantener su propio cementerio privado en Guanabacoa, en las afueras de La Habana.

Sin embargo, la vida para los jud�os cubanos no es siempre simple. Mantener las tradiciones, sin Rabinos en la isla y con un s�lo carnicero "kosher" puede ser problem�tico.

"Obviamente no podemos ser tan estrictos como quisi�ramos todo el tiempo", dijo Raquel Kauffman Grabovsky, en la cocina de la sinagoga "Adath Israel".

Los jud�os no han sido m�s inmunes que otros ante las dificultades diarias del Per�odo Especial, el t�rmino del Estado por la crisis econ�mica cubana despu�s del derrumbe del bloque sovi�tico, a inicios de 1990.

Con sueldos promedios, igual que otros cubanos, de alrededor de 200-300 pesos ($10-$15), la comunidad jud�a depende de ayuda externa para financiar operaciones como los trabajos de restauraci�n.

Rabinos extranjeros ocasionalmente visitan la isla para oficiar servicios en la comunidad cubana, muy peque�a en comparaci�n con otras comunidades jud�as en Latinoam�rica, como las de Argentina, Brasil y M�xico.

La emigraci�n jud�a ha continuado manteni�ndose gota a gota, pero la cifra se mantiene alrededor de 1.500 miembros debido a los nuevos miembros que compensan las salidas.

En una operaci�n que atrajo amplia publicidad el a�o pasado, unos 400 jud�os cubanos se han ido a Israel, desde 1995, en un programa auspiciado por Canad�.

 

 

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Se les ha permitido mantener su propio cementerio privado en Guanabacoa, en las afueras de La Habana.

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