Carteles lavan dinero con oro comprado en Panamá
Agencias
Internacionales
La captura
a principios de este año de una persona vinculada al tráfico de drogas, a quien se le decomisaron
50 kilos de oro provenientes de Panamá, avaluados en más de 1,200 millones de pesos, en las
poblaciones de Caucasia y Segovia (Antioquia), llevó al Departamento Administrativo de Seguridad
(DAS) a descubrir la nueva modalidad de los narcos para introducir sus dineros ilícitos al país:
lavar oro.
Los hombres del organismo secreto detectaron que cargamentos de oro en bruto son traídos desde
Ciudad de Panamá hasta las principales zonas de explotaciones auríferas del país, como Antioquia,
Chocó, Córdoba, sur de Bolívar y Caldas, donde es fundido y luego se hace pasar como producción
nacional. Así se blanquea el dinero ilícito.
"Es una verdadera fiebre del oro", afirmó uno de los detectives que participó en la investigación.
Según el DAS, las personas dedicadas a esta actividad ilícita pertenecen a una nueva generación de narcotraficantes que manejan grandes fortunas. El caso se destapó a finales de 1998 cuando la División de Impuestos y Aduanas Nacionales (Dian) y la agencia estadounidense FBI alertaron al DAS sobre la salida sospechosa de por lo menos un millón de dólares mensuales desde Colombia hacia Panamá. ¿Qué clase de negocios arrojaban tan jugosos rendimientos? Era la pregunta que rondaba entre los expertos de la Dian y el FBI, quienes al principio pensaban que se trataba de contrabando. Una comisión del DAS, con apoyo de la Unidad de Lavado de Activos de la Fiscalía y la Policía Técnica Judicial (PTJ) de Panamá, tras un año de seguimiento sobre el episodio, comprobó que el dinero era enviado por los narcos. La mafia contactaba en Panamá a sus agentes financieros -conocidos como 'brokers'- y les encomendaba la misión de comprar grandes cantidades de oro. El metal es adquirido en almacenes mayoristas en la zona franca de Puerto Colón pesado en gramos, en lingotes o en madejas. "No se busca obtener ganancias comprando el producto al por mayor, se pretende limpiar el dinero del narcotráfico", afirmó a EL TIEMPO el coronel Gustavo Jaramillo, director del DAS y quien lideró la investigación. Los 'brokers' introducen el oro en forma clandestina a Colombia por la zona fronteriza y lo llevan a las regiones de explotaciones auríferas. Allí, les pagan a personas para que se encarguen de fundirlo. Luego de hacerlo, lo declaran ante las autoridades competentes de la región como producto nacional, extraído de los ríos o las minas. Las personas pagan sus respectivos impuestos de regalías a las alcaldías, que son las autorizadas para recibir este recaudo, y el oro vuelve a manos de los 'brokers'. ¿Qué pasa entonces? Los 'brokers' convierten una parte en alhajas y las distribuyen, casi siempre a crédito, a algunas joyerías. La otra parte, es vendida sin procesar a fabricantes de joyas de las principales ciudades deLpaís, según el DAS. "En la mayoría de los casos -afirmó otro de los agentes del DAS-Los encargados de recibir las regalías son engañados, porque no se puede comprobar de dónde procede el oro. El metal es mostrado cuando ya ha sido fundido". Como resultado de la operación ilícita, los narcos logran convertir millones de dólares del tráfico de drogas en moneda nacional, a través de la comercialización de oro extranjero que se hace pasar como producto del suelo colombiano. Así, se concreta el lavado del dinero sucio. "A los narcotraficantes no les importa perder dinero con el pago de las regalías para legalizar el oro. Lo que les interesa es sanear sus inmensos capitales, a costa de cualquier precio", aseguró el agente. Para cerrar el círculo del negocio, los 'brokers' entregan las alhajas o el oro fundido a los joyeros con créditos de meses de plazo y contratan a otras personas para hacer los cobros. "Los joyeros -agregó-, muchas veces, también caen en la trampa, porque no tienen conocimiento de que el producto que venden a sus clientes proviene del tráfico de drogas".
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