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Varias personas me pidieron que te hiciera una nota a ti, el buen funcionario. Si le hice una carta al mal empleado del gobierno, tú más que nadie te mereces una nota, me dijeron. El problema está en que muchos creen que no hay que felicitar al buen funcionario público. "Para eso le pagan su sueldo", indican con algo de razón.
Pero estamos en Panamá, un país que parece sacado de las cómicas más absurdas. Vivimos en un lugar donde muchas veces los "pájaros le disparan a las escopetas".
Un país donde el sinverg�enza parece gozar de impunidad y licencia para ser bellaco. Si no me crees, nada más mira el asunto de los sobres amarillos y mameyes de la Asamblea. No te extrañe que al final el asunto quede en nada, o en una morisqueta de burla al panameño honesto y trabajador.
Por eso yo te felicito, funcionario público honesto. Porque así como critico al malo, también debo aplaudir al bueno. Esto de reconocer los méritos de los demás es algo raro en Panamá. Parece que los panameños tenemos el complejo del malandrín, que vemos todo lo malo y lo criticamos... pero no aplaudimos lo bueno.
Pero te quiero pedir que no imites a tu compañero mal funcionario. Ya sé que a veces es difícil evitar pensar que estás "perdiendo la oportunidad" de hacerte rico de manera indebida.
El Diablo tienta mucho, pero no puede con el honesto verdadero. No envidies al sinverg�enza que está a tu lado, porque tiene dinero conseguido abusando de su puesto público.
Al final, no te extrañe que se descubra el asunto y su desverg�enza sea aireada en los medios de comunicación.
Aunque no lo creas, es mejor ser pobre y honrado, que rico y bribón. Es falso que "en Panamá no se gana ni se pierde reputación". Lo que sucede es que tal vez la justicia no llegue a alcanzar al sinverg�enza.
De todas maneras, esta cruel realidad no justifica que te contamines de la podredumbre que ostenta el mal funcionario.
Debes salir de tu cargo con la cabeza en alto. A tu familia debes darle el ejemplo que serviste a la Nación sin aprovecharte. Esa es la mejor herencia que puedes dejarle a tus hijos.
No creas que todos los funcionarios públicos son sinverg�enzas. Hay muchos, pero también sobran los honestos como tú. Lo que sucede es que nadie los toma en cuenta, ni les reconoce su rectitud.
Ya es tiempo que el gobierno no sea visto como un botín del partido gobernante. Hay que acabar con aquello que "te doy un puesto público para que te arregles".
Yo soy optimista y creo que en Panamá en algún momento se reconocerá la rectitud sobre la bellaquería. Pienso que llegará el día en que el funcionario público valga por su capacidad y entusiasmo en el trabajo, y no porque es ficha de tal o cual gamonal politiquero.
También sueño con que las oficinas públicas sean ejemplo de trabajo eficiente; de honestidad a más no poder.
Que desaparezcan los "enjuagues", o los "engrases" para que una diligencia se haga rápido.
En fin, que todos los funcionarios públicos sean como tú, panameño honesto que sirves a la Nación. |
