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El camino más corto es el que preferimos todos los panameños. Que el gobierno nos haga la calle, nos ponga el puente, nos arregle las bancas del parque, nos gestione las luminarias de la calle, nos dé trabajo y nos propicie la comida.
Da grima ver a esos grupos que nos ponen metas, y establecen un plan de vida para alcanzarlas. Eso trae como consecuencia que pocos se preparen para llevar adelante una vida de trabajo y de estudio, superando en cada paso la mediocridad y la falta de energía.
Ni el gobierno ni la iglesia ni los clubes cívicos y mucho menos los vecinos están obligados a hacer el trabajo que cada cual debe hacer para salir de la pobreza. Lo que el gobierno debe hacer es garantizar las oportunidades para que, en igualdad de condiciones, todos tengan los recursos para surgir.
Pero hay que olvidarse de que otros harán el trabajo por nosotros. Es a cada cual al que le corresponde picar sus propias piedras, y levantar los edificios de las propias ejecutorias.
Pensar otra cosa, y que todo lo que necesitamos caerá del cielo, y que la "palanca" es la respuesta de la actual situación, nos mantendrá en la ruina. |
