Mientras gran cantidad de panameños se divierten despreocupadamente en los culecos, cuatro familias han vivido momentos de verdadera angustia e incertidumbre.
En el transcurso de un solo dia, cuatro personas fueron secuestradas: una niña de 13 años de edad, un peruano de 23 años, una colombiana y un hombre por el cual se exigía dinero y la devolución de dos kilos de droga.
Afortunadamente, hubo desenlaces felices en todos los casos, gracias en buena parte a la acción efectiva de los estamentos de seguridad, que encontraron a tres de los cuatro secuestrados y capturaron a varios de los responsables.
Fueron finales felices, pero esta situación, vista desde un contexto más amplio, revela una realidad alarmante. Los secuestros para obtener dinero se han convertido en una actividad criminal en alza. En lo que va del 2009, ocho secuestros han sido reportados a la Policía Nacional. Dado que muchos familiares optan por no reportar a las autoridades, es difícil precisar cuál es la cifra verdadera de privaciones de libertad durante los últimos años.
La proliferación de las actividades relacionadas al narcotráfico ha servido como catalizador para los secuestradores, que ven como potenciales víctimas a personas vinculadas a esta actividad.
Sin embargo, también personas comúnes y corrientes, con historiales intachables pueden ser blanco de estos delincuentes. Los episodios del pasado miércoles deben servir de lección para las autoridades sobre la necesidad de evitar que lleguemos a niveles de proliferación del secuestro como la sufren nuestros hermanos en México, un país en el que el crímen organizado le ha declarado la guerra a la ciudadanía.