domingo 22 de febrero de 2009

 

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RESCATE DEL OLVIDO
Recordando la Casa del Arte (II parte)

José Morales Vásquez ([email protected]) | Investigador de Arte

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El maestro Lloyd Bartley (q.e.p.d) en compañia del maestro Efraín Espino, quien reside en Dinamarca.

El maestro Alfredo Sinclair, con ese don de caballero de otras épocas, dando el ejemplo para ser imitado. El joven Mata, el chiricano. Nuestro amigo de siempre, Emilio Torres, energético como su obra, lleno de calor humano y preocupación por los demás.

Todos estos artistas tenían sus estudios en la Casa del Arte y Diseño Joven, dividido entre los tres pisos del edificio, de paredes altas, madera de divisiones firmes, pero improvisadas. El estudio de Domingo García estaba en el ático, los compañeros lo llamaban El Palomar, pues en las tardes era el punto de reunión para ver el atardecer. Desde allí se tenía la vista más hermosa de la Bahía y la Ciudad de Panamá. Empecé a frecuentar el estudio de Domingo y fuimos cultivando una sólida amistad con ese grupo de artistas llenos de entusiasmo y amor por lo que hacían.

La Casa del Arte se convirtió en el centro de reuniones de los artistas plásticos, escultores, poetas, tanto por los ya reconocidos como por los que se iniciaban. Fue una época en la que se logró una especie de fraternidad entre artistas. Una de las cosas que se lograron entonces, por iniciativa de Domingo García de Paredes, lo cual apoyamos con mucho entusiasmo, fue ponerse de acuerdo para hacer una galería de exposición permanente, donde se presentaran obras principalmente de los residentes de la Casa del Arte.

Recuerdo que después de mucho trabajo en grupo, inauguramos la galería. No sé dónde quedó la libreta de visitas, pero sí puedo decir que fue muy visitada por compradores y personas amantes del arte. La idea fue muy buena, pues todos los artistas eran excelentes, pero nos faltó un administrador.

Dejé de frecuentar el estudio de Domingo. Unos años después (1982) volví a visitar a los viejos amigos y encontramos que la mayoría de los artistas se habían marchado, pero había otros: Jeanine, Hernández, Dum (sic) Rubén Darío Coya (creativo de primera línea) y otros que no puedo recordar en este momento.

La Casa del Arte y el Diseño Joven fue cedida por el Estado para que estos artistas (premiados o destacados de alguna manera) pudieran desarrollar sus obras en la tranquilidad que se necesitaba para poder crear sus trabajos con el compromiso de hacerla atractiva y cuidarla, pero la iniciativa de mantenimiento no fue lo que se esperaba.

Después que Domingo dejó su estudio, el intento de seguir reuniendo a los interesados fue disminuyendo, por lo que la Casa cayó en un estado de abandono y deterioro irreversible, a tal punto que en nuestra última visita en 1998, los pasos más seguros los dí en la pequeña, pero laboriosa entrada de mosaicos pintados a mano en pisos y paredes, al subir las escalinatas con barandales rayados de madera, el temor se apoderó de mí y no me atreví a subir los pisos superiores, pues era una trampa de muerte, donde las aguas negras habían borrado el paso, el pasado y el recuerdo de esos grandes artistas que una vez produjeron allí hermosas obras, desbordaron grandes pasiones, donde en algún espacio en el tiempo se confundieron con el sudor de la faena, donde se supo valorar un abrazo de amigo y abrazo de amor, donde las escaleras indecisas te llevaban cerca del cielo. Algunos de estos artistas se fueron a otros estudios, otros dejaron de crear por razones que solo ellos conocen, otros sencillamente desaparecieron sin dejar rastro, pero viven en nuestro recuerdo y nuestro corazón.

Creo que una de las épocas más bellas de mi vida la viví en ese lugar, pues aquella reunión donde intentábamos cambiar el mundo con pinceles y líneas de colores, ideas que estaban sujetas a la efervescencia de la juventud, la rebeldía de enfrentar al mundo y plasmarlo en un lienzo, los vinos de la nostalgia, la inmadurez de la adolescencia y los almuerzos de los espaguetis con carne de lata seguirán siendo inolvidables para mí, pienso que también para ellos. Amigos todos, los llevo en el corazón.

SUS ORIGENES
La Casa del Arte y el Diseño Joven fue cedida por el Estado para que estos artistas pudieran desarrollar sus obras en la tranquilidad.

 

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