Lunes 1 de febrero de 1999

 








 

 


EDITORIAL
Derecho político; no abuso

Las lides electorales constituyen el mecanismo idóneo de las democracias para discernir el poder, con alternancias, en respeto a la voluntad del soberano pueblo, que con los votos determina a quién le corresponde gobernar por el término constitucional; en tal condición, los comicios y las campañas que los anteceden gozan de regulaciones encaminadas a impedir acciones que los afecten; cortapisas que los demeriten, o tuerzan el derrotero de superación colectiva que el torneo envuelve.

En este sentido resulta lícito proclamar las virtudes de los candidatos en contienda, haciendo relevancia de méritos y virtudes; así como de las propuestas que ofertan sus escogimientos; para ello existen normativas que señalan dónde y cómo se deben realizar los llamamientos al clientelismo electoral.

Por esto resulta grosero que aspirantes a cargos de elección se dediquen a empapelar con sus efigies y sus lemas las paredes de las viviendas ajenas, al igual que recubran los postes del tendido eléctrico, y otros bienes públicos, olvidando las prohibiciones que conllevan tales actos contrarios al ornato y el decoro citadino.

Ahora, en agravante del abuso señalado, candidatos se dedican a pintarrajear los puentes y viaductos interioranos, con impunidad e indiferencia; escudados en el ejercicio de un derecho político que autoriza a comunicar a los ciudadanos las opiniones, las ideas y los criterios.

La práctica descrita es ilegítima: violenta normativas municipales vigentes, y se irroga un privilegio, un beneficio indebido que no le corresponde a los proclamados en tales pintas y carteles, al utilizar en beneficio de una posición electoral, recursos materiales, físicos, que pertenecen a la comunidad.

En Panamá vivimos un extravío en los valores cívicos y políticos, de manera que quien estima le sirve y es conveniente a sus búsquedas políticas, llenas de irritantes vocerías las calles y avenidas, sin importar hora, ni tiempo; de igual manera acosa a los transeúntes para llenarnos de papeles o adherirle calcos con consignas partidarias, en parabrisas y cristales de los vehículos, y se irritan con altas voces y ofenden por la negativa del particular que los rechace.

Conviene que las autoridades municipales actúen en concordancia, imponiendo las sanciones que corresponda y obliguen a la limpieza de los lugares públicos abusados con la propaganda electoral; cancelando el abuso y la ofensa a la ciudadanía, que se comete cuando se pone, pinta y coloca en edificios, paredes, postes y puentes réclames partidarios; no hacerlo, permanecer pasivos, indiferentes, significa bonificar y estimular, el comportamiento abusivo descrito.

 

 

 



 

AYER GRAFICO
La Iglesia de Santa Ana y su histórico parque


CREO SER UN BUEN CIUDADANO
Sin embargo, no tengo paciencia al conducir


OPINIONES




 

 

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