Lunes 1 de febrero de 1999

 








 

 


FAMILIA
Dependencia a las medicinas

Roberto L. DuPont Jr. M.D.

Hasta ahora nos hemos dedicado al problema de drogadicción, que es el uso de drogas intoxicantes, principalmente en jóvenes de 16 a 35 años, la generación de la epidemia. Algunos de estos adictos siguen siendo niños, en el sentido en que he usado la palabra, mientras que otros son jóvenes adultos fracasados a los que llamé seudo-niños. En esta sección cambiaremos nuestro enfoque dramáticamente para considerar el tratamiento de adultos que se han hecho dependientes de medicinas recetas y que también son drogas adictivas. La mayoría de estas personas son mujeres de más de 35 años y muy pocas han tenido contacto con drogas intoxicantes no médicas, a no ser alcohol.

Una persona no se envicia con estas drogas por diversión ni como resultado su actividad social centrada en sus amigos. Lo hace para aliviar el dolor, la ansiedad o el insomnio, un proceso que empezó como tratamiento médico legítimo, se podría decir, que es víctima de las buenas intenciones de un médico mal informado al prescribir un analgésico o tranquilizante, o de la familia que intenta ayudar a la mujer a recuperarse, pero sin vigilancia médica y siguiendo con negligencia las instrucciones de la caja o la botella. Aunque algunos de estos dependientes son de mediana edad, muchos son más grandes. De hecho, un buen número de ellos están en edad avanzada.

Antes de proseguir, tal vez algunos lectores se sentirían mejor con una explicación del lenguaje usado en esta sección. Puesto que más mujeres que hombres sufren este problema en particular, con frecuencia uso el pronombre femenino al describir a quienes lo sufren; espero que no lo consideren exista. Mi intención es facilitar la lectura y señalar que en la misma forma en que los hombres predominan en el consumo de drogas no médicas, así las mujeres son el mayor número de dependientes de drogas médicas. No intento criticar a las mujeres, así como tampoco intenté señalar a los hombres en secciones anteriores. También debe entenderse claramente que muchas mujeres sufren de la dependencia de drogas no médicas y muchos hombres son adictos a drogas medicinales.

DROGAS ADICTIVAS PRESCRITAS

Muchas drogas de las que se abusa tienen un uso médico legítimo, y la mayoría de las pacientes que las usan como medicina, no importa qué tan intensas sean sus propiedades adictivas, no se hacen dependientes de ellas en el sentido en que hemos usado la palabra en este libro. Por ejemplo, los tranquilizantes que incluyen Valium, la droga más prescrita en Estados Unidos hasta que apareció la droga antiúlcera Tagnet, hace algunos años, se toman normalmente durante períodos cortos. La mayoría de las personas a las que se les receta no se acaban todas las píldoras que compran y muchas no compran un segundo frasco autorizado por su médico. Por otra parte, una vez que el uso frecuente de altas dosis se prolonga varios meses, esta clase de drogas puede producir un síndrome de dependencia. Antes de intentar explicar esta aparente paradoja en que la mayoría de los usuarios no tienen problemas de dependencia, mientras que otros sí, revisemos el patrón típico de esta adicción.

PATRONES Y DIMENSIONES DE LA DEPENDENCIA A LAS DROGAS

En años recientes se ha dicho mucho en los medios de comunicación sobre el exceso de mujeres entre la gente dependiente de drogas prescritas. Existe una explicación simple para ello que no tiene nada que ver con la explotación de pacientes femeninas por médicos varones o compañías farmacéuticas. El aumento en la tasa de dependencia entre las mujeres se debe, principalmente, al número de cada vez mayor de mujeres que buscan atención médica para problemas que requieren la prescripción de drogas adictivas.

 

 

 

 



 

BOLETIN COMUNITARIO
Advierten sobre recorte de luz por alta morosidad

Las madres tenían razón: música a alto volumen daña oídos

 

PORTADA | NACIONALES | OPINION | PROVINCIAS | DEPORTES | LATINOAMERICA | REPORTAJES | VARIEDADES | CRONICA ROJA | EDICIONES ANTERIORES


 

 Copyright 1995-1999, Derechos Reservados EPASA, Editora Panamá América, S.A.