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Los trabajadores del mundo entero, a través de sus sindicatos, vienen pidiéndole a sus gobiernos que revisen la política económica que se implementa país tras país. Queremos que se detengan de una vez por todas las privatizaciones de empresas que aún están en manos de los gobiernos, queremos que se revisen los contratos que se tienen con empresas transnacionales en el área de la electricidad, telefonía y agua si fuera el caso, creemos que es urgente llegar a un acuerdo entre las naciones que nos permitan en conjunto enfrentar la creciente deuda externa que explota a nuestros pueblos.
Sin embargo, la respuesta siempre sigue siendo la misma: no se puede. ¿Acaso quiere usted violar la seguridad jurídica del país y que seamos demandados ante la O.M.C., o quiere usted que nos bajen las clasificadoras internacionales de riesgo y digan que nuestro país no es sujeto de crédito o no presenta las condiciones necesarias para realizar inversiones? Ojo, nuestra disciplina fiscal no puede mandar malas señales al extranjero.
Luego de esas respuestas que se repiten día a día en cada país, terminan nuestros gobernantes por decir: esos sindicalistas comunistas, gente sin estudio ni preparación, no entienden de los grandes cambios que se están dando en el mundo y quieren vivir anclados en el pasado, en un Estado paternalista, no entienden que la moda es globalizarnos y tener acceso a la tecnología de punta, sólo así nuestros pueblos alcanzarán el desarrollo y acabaremos con la pobreza.
Ante esa clase de respuesta, ¿cuál es la realidad de la gente en el mundo de hoy? Más personas no tienen qué comer y ciento de miles mueren cada día en el mundo; la clase media cada día tiende a desaparecer y no porque se vuelvan ricos, sino más bien pasan a la larga fila de pobreza y miseria.
Allí están nuestros hermanos argentinos, la televisión ha mostrado la cruda realidad, el hambre y la desesperanza, no aguardan las políticas impuestas por los organismos financieros internacionales y ejecutadas por nuestros gobiernos. Eso que yo vi por televisión ¿se les podrá llamar maleantes o delincuentes comunes?, definitivamente que no; esa gente quiere un empleo y con el empleo obtendrán comida, ropa, salud y vivienda. La mayoría da la impresión de pertenecer a la duramente castigada y a punto de desaparecer clase media.
Tras el fracaso del actual modelo económico, hay quienes todavía insisten en defen-der lo indefendible y no les interesa comprender que la Globalización y sus ramificaciones: privatizaciones, fusiones y el alejamiento de la mano del Estado en el desarrollo de un país, son responsables directos del desempleo, hambre y de los estallidos sociales. |
