Es cierto que la situación económica está pésima en el país. Es cierto que no hay empleos formales para casi nadie. Es cierto que cuando se va a buscar trabajo, la respuesta es la misma: "nosotros le llamaremos".
Pero también es cierto que muchos panameños se quedan esperando que el trabajo le caiga del cielo. Son incapaces de pararse todos los días y salir a buscar donde emplearse. Se quedan en casa como si nada, esperando el milagro de la comida y el techo, a expensas de otros. Es indudable que mucha gente no se preocupa por sí mismos ni buscan la manera de salir adelante. Más bien, se sientan a ver la lluvia caer, sin interesarse es hacer lo posible por reparar las goteras de la casa.
No discutimos el hecho de que las cosas están cada vez más difíciles. No discutimos que no hay posibilidades mayores para todos. Pero sí causa grima ver a tanta personas adulta acostada, mirando el techo, esperando que otros le venga a buscar para ofrecerles qué hacer.
En la calle no habrá empleo, pero hay dinero: hay que salir a buscarlo. Lo que pasa es que no quieren trabajos sencillos, o más bien humildes; todos quieren ganar bien, con buen estatus, y si no es así, rechazan toda oportunidad. Vender en los semáforos, ser taxista, hacer pan, vender verduras: estos y otro tipo de empleos son indignos para muchos frescos, y se sientan a esperar algo mejor. |