Fue uno de esos triángulos matrimoniales fatídicos. Un solo fin podría tener. Así como toda obediencia a las leyes morales de Dios siempre produce resultados positivos, también toda desobediencia a esos valores siempre termina mal.
Este triángulo lo formaron el esposo, Cruz Sandoval de veintidós años de edad; la esposa, Rosa Isabel de veinte años; y el otro, Plácido Ramos de veinticinco. Por algún tiempo Rosa Isabel y Plácido habían tenido relaciones amorosas en secreto. Y como siempre ocurre, tarde o temprano, un hecho así tiene que salir a la luz.
La joven esposa fue descubierta en el acto mismo, y la vergüenza fue tal que la mujer no sabía ni qué hacer. Un día Rosa preparó un líquido especial. Nadie sabía cuál era su intención. Pero fue a la cocina, tomó el veneno y murió. He aquí otra tragedia de nuestros tiempos. Un triángulo matrimonial más. Una vergüenza que cae sobre una mujer casada que tiene relaciones extramatrimoniales, y que termina con una vida.
¡Cuántas Rosa Isabeles no habrá en este mundo! ¡Cuántos esposos adúlteros no habrá en este mundo! Es imposible calcular el número de infidelidades que ocurren todos los días en toda la tierra. Es ya tan común en esta vida que ni alarma nos causa.
Es noticia cuando se descubre que un religioso ha cometido adulterio. Indudablemente es un hecho repugnante, pero es interesanate notar que el adulterio que los noticiosos critican en éste es aceptable para otros. Como que no importa el adulterio en sí. Es pecado si lo comete un religioso. Si hay algo en esta vida que es absoluto, son las leyes morales de Dios. Éstas no pueden violarse nunca sin traer fuertes, y a veces mortales, consecuencias. ¿Cuáles son esas leyes? El documento básico es el decálogo, los Diez Mandamientos que Dios le dio a Moisés. Pero el apóstol Pablo nos advierte sobre otras leyes morales en los siguientes términos:
"Las obras de la naturaleza pecaminosa se conocen bien: inmoralidad sexual, impureza y libertinaje; idolatría y brujería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades, disensiones, sectarismos y envidia; borracheras, orgías, y otras cosas parecidas. Les advierto ahora, como antes lo hice, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios" (Gálatas 5:19-21). Cuando Cristo habita en nuestro corazón, sus leyes se vuelven parte de nosotros. Esto se debe a que Él nos da móviles nuevos. |