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MENSAJE
Noche de paz
Hermano Pablo
La voz comenzó a resonar en medio de la noche. Noche fría, noche helada de finales de diciembre. Noche también de angustia, incertidumbre y agonía. Era una voz de mujer, voz bien timbrada, voz dulce, voz que deseaba impartir un mensaje. Y la voz, medio tímida al principio, fue cobrando fuerza y vigor. Luego la siguieron otras voces, también fuertes y decisivas. La mujer, junto con los que la acompañaban, cantaba en alemán el bello himno navideño: «Noche de Paz». Lo cantaba en la Nochebuena de 1944, en un campamento de guerra en Viena, Austria. Los guardias del campamento le gritaron: «¡Silencio!», pero el canto siguió y siguió, cada vez con más fuerza, hasta que los mismos guardias, casi sin darse cuenta de lo que hacían, se unieron también en el canto. Fernie Jones, un hombre que sufrió, como millones, los horrores de la guerra, y que era uno de los prisioneros que escuchó esa increíble reacción en un campamento de guerra, relató: «No conozco el nombre de la heroína que cantó esa noche, pero jamás olvidaré su voz. Era como la voz de un ángel.» Estamos en la víspera de Nochebuena. En algunas casas habrá bullicio, alegría, fiesta, comidas y bebidas. En otras tal vez haya luto, tristeza, dolor. En muchas no habrá suficiente comida. La pobreza, en esta vida cruel, no respeta ni fechas, ni festividades, ni conmemoraciones ni días especiales. Ni siquiera respeta la Navidad, que es una de las fiestas más significativas del año. Además de estas condiciones podemos observar contrastes extraños. En algunas casas hay paz; en otras, discordia. Mientras que en muchas se entona el himno «Noche de Paz» con verdadero sentimiento cristiano, en otras sólo se escucha la música estridente del rock con versos amorales. ¿Qué significan las palabras «noche de paz»? La respuesta es positiva. Para los que creen en Jesucristo, «noche de paz» alude a la paz que Cristo trajo al mundo y nos ofrece a todos. Significa paz con Dios en virtud del sacrificio expiatorio de Cristo en el Calvario. Significa paz del alma, paz del corazón, paz del espíritu, paz de la mente que ha dejado ya sus vanas divagaciones y ahora cree en el Cristo de la primera Navidad. Sólo Jesucristo nos ofrece paz perfecta, paz que inunda nuestro corazón y se transmite a nuestra familia: nuestra esposa, nuestros hijos, nuestros nietos. Sin paz espiritual no hay Nochebuena. En cambio, con Cristo en el alma, toda noche es noche buena.
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