Algunas veces nuestras actitudes se endurecen cobrando el típico disgusto que caracteriza la limitada mentalidad del carretero, aunque ciertas personas suelen pensar que mantenemos las consabidas habilidades extendidas que califican la sagacidad de la acaparada sutileza con famosa osadía. He sólido enfilar mis enconadas censuras proyectadas hacia los estorbosos contratiempos que trastocan tantas veces nuestro modoso modo de pensar. Y los problemas que consecuentemente acuden a sonsacar nuestra sencilla acuciosidad mental, nos empujan a los solares inhóspitos donde se desempeña la zozobrosa atribulación letal.
Clama esta posición por una urgente rectificación, reparando evidencias malogradas sobre todo lo que encierre en su fondo intrínseco a un conjunto de hazañas pecaminosas y abominables.
Hemos sembrado dudas en nuestro proceder que deben se expulsadas de inmediato, como pruebas fehaciente de este compromiso inapelable servidor de panaceas en las horas de angustias que nos acosan sin cesar.
Les indico a la juventud que sigan el hilo de las turbulencias sociales, cumpliendo la medición 20-20 donde es loable que no se podrá escapar ninguna información, acuerpando los detalles acusados por nuestra conciencia, tratante de los síntomas menospreciables de las debilidades vencedoras. Siempre he logrado ver en el elemento joven, con especialidad aquel que acude a abrevar las linfas acaudaladas en el torrente del saber, que corren violentados, siguiendo la marcha redoblada por la salud de la república y que aún, en abierta desesperación, guarda confianza en la inclinación bondadosa de sus aptos hermanos; donde la luz aplasta la sombra. Siento el real antojo de socorrer mi gente, protegiendo a quien nos ama, dando lo necesario a quién nos de los astros, nada es más dulce que !a felicidad suprema.