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CUARTILLAS
Sucesos
Después de todo, lo que debe valer al final es el muerto, no importa cómo dejó de existir este panameño.
 
Milciades A. Ortiz Jr.
Colaborador
Por lo menos una vez al año voy con un grupo de estudiantes al Mercado Público de San Felipe, para que conozcan aspectos de la realidad panameña. La mayoría de esos alumnos de periodismo no conocen el Mercado. Y los pocos que han ido anteriormente, nunca lo hicieron para conocer hechos sociales importantes, como la prostitución, seguridad, actividad, económica y los mini-empresarios del Terraplén. Debo confesar que cada vez que converso con gente que trabaja vendiendo de todo en el Terraplén, me voy satisfecho de conocer personas trabajadoras, que a pesar de las estrecheces tienen una actitud positiva. Muchos de esos buhoneros leen mis escritos y así me lo dijeron cuando transitaba por entre sus puestos de venta, bajo una leve lluvia la penúltima semana de noviembre. Varios de ellos tienen muchos años de hacer esa actividad, con la cual han levantado familia de manera honrada. Adán Díaz Hildalgo, ha trabajado en el Terraplén por veintidós años, y me dijo que se saca algo para vivir. Acepta que la situación económica no "es como antes", pero siempre se logra para vivir. Estos mini-empresarios están contentos porque todavía no los han sacado de las aceras y reubicados en una calle dentro, como se les dijo hace meses. Allí donde están consideran que logran mejor acceso al público. No se oponen a que mejore el ambiente y se haga un proyecto turístico y artesanal. Un vendedor santeño con mucho orgullo me dijo que ello eran ejemplo del "panameño trabajador y honrado, que no anda robando ni pidiendo plata al gobierno". Realmente ver a esta humilde gente trabajar y mirar con optimismo el próximo milenio, es algo que nos llena el espíritu de sentimientos agradables. Y de confianza, en ese pueblo panameño humilde y laborioso. Adentro del Mercado Público, se nota la disminución de puestos de ventas de verduras y carnes. Sin embargo José González, con cinco años de vender carne de aves, con orgullo me muestra una gallina "reproductora". Realmente parecía un pequeño pavo. Bastante limpieza y orden noté en el Mercado Público. El Inspector de Sanidad, Moreno, excompañero del Instituto Nacional, también lee estos artículos. Se le veía muy atento a su trabajo y satisfecho con la labor realizada. Otro suceso que viví a finales de noviembre, fue una conferencia de estudiantes de tercer año de Medicina. Ellos fueron a Periodismo a promover una campaña de información e ilustración sobre el SIDA. Con diapositivas hablaron sobre lo que era la mortal enfermedad y cómo prevenirla. Recordé que años atrás en una charla sobre el SIDA, hice una observación que no gustó a los organizadores (nunca más volvieron a pedir mis charlas). Dije en aquella ocasión y repetí ahora, que en accidentes de tránsito mueren muchos más panameños al año, que por el SIDA. Lamentablemente los alumnos de medicina no sabían cuántos panameños han fallecido de SIDA. Les dije que preguntaran ese importante dato a sus profesores. Respecto a accidentes de tránsito, en trescientos veintisiete días del año, han fallecido cuatrocientos cuarenta panameños. La mayoría de ellos jóvenes, víctimas de la alta velocidad y el licor. Aunque el SIDA es una cruel enfermedad, los accidentes de tránsito causan muchas más muertes al año en Panamá que este mal. ¡Puede incomodar ese dato, pero es verdad! Y debe motivar a discusiones y mayores medidas de prevención. Después de todo, lo que debe valer al final es el muerto, no importa cómo dejó de existir este panameño.
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