Para los periodistas en especial y otros profesionales en general, en Navidad a veces se reciben regalos que causan incomodidad. Algunos medios de comunicación son estrictos en esto. No permiten que el periodista se quede con los regalos que recibe. Le envían nota al que lo dio agradeciéndole el gesto. Y le informan que serán donados a entidades benéficas.
Los medios, como instituciones y empresas, están en todo su derecho de tener normas sobre los regalos que recibirán en Navidad sus colaboradores.
Con esto, lo que se busca es evitar cualquier subjetividad por parte de quien recibe, hacia el generoso que lo regaló.
Debo advertir que en la mayoría de estos casos no hay ninguna "segunda intención". Simplemente estamos en diciembre y los periodistas y otros profesionales "se merecen" un regalo.
También hay empresas de medios que solamente aceptan regalos que tengan un costo bajo.
No es lo mismo regalar una artesanía que un fino reloj o cartera de marca, como hizo años atrás Doña Mireya a los Honorable Legisladores. Muchos criticaron esta acción, que disgustó a la ex mandataria.
Así pues, una pluma de diez balboas no tendrá el mismo efecto en un periodista, que una de oro de más de cien balboas...
Todo se reduce a un oficio donde se insiste todos los días, en la responsabilidad social que se tiene con el país.
Los periodistas nos debemos a la sociedad, al pueblo, y no a ciertos partidos politiqueros, o intereses económicos.
Es natural que el funcionario judicial de categoría, acepte un regalo de personas que tienen algunos casos en su despacho, aunque sean pequeños.
La gente mal pensada que hay de sobra en Panamá, puede creer que es un soborno, disimulado con el manto de "Noche de Paz, Noche de Amor"...
Esta situación también puede darse en la empresa privada. Aunque se diga que aquí se controla mejor eso del "mercado de influencias", realmente hay que tener cuidado con pasar la fina línea de lo correcto y ético.
Bien se podría comprar equipos a cierta empresa, cuyos jefes dieron lujosos y costosos regalos...
Desde otro punto de vista, pueden darse casos de incomodidad causada por regalos.
Una vez cuando tenía un cargo ejecutivo en un noticiero de televisión, recibí para Navidad diecisiete botellas de licor. Pensé que tenía fama de "chupatín" y por eso me enviaron ese cargamento. Me quedé con dos y las otras las regalé al personal subalterno...
Sin pensar que causaría incomodidad, regalé una vez un juego de desodorante a un amigo. Supe que dijo que "a lo mejor yo creía que no se bañaba"...