No podía ver nada más en la distancia que una densa niebla. Tenía el cuerpo entumecido. Había estado nadando ya casi dieciséis horas seguidas.
A la edad de treinta y cuatro años, Florence Chadwick, hija de un agente de policía de San Diego, California, ya había alcanzado un buen número de metas envidiables. Había aprendido a nadar a los seis años de edad, y cuando tenía sólo diez años fue la primera menor de edad en cruzar a nado el Canal de la Bahía de San Diego.
En la mañana del 4 de julio de 1952 el mar era como un baño helado y la niebla tan densa que Florence difícilmente podía ver las naves de apoyo que la acompañaban. También la rondaban tiburones, espantados sólo por disparos de escopeta. Hora tras hora luchó contra las gélidas aguas.
En una de las naves acompañantes su madre y su entrenador no dejaban de animarla. Pero Florence sólo podía ver la niebla, y decidió, por primera vez en la vida, abandonar la travesía cuando sólo faltaban menos de un kilómetro para llegar al otro lado.
Algunas horas después, mientras su cuerpo aún se descongelaba, Florence le explicó a un reportero: "Mire, no es por disculparme ni nada, pero si hubiera podido ver la orilla, podría haber llegado." Lo que la derrotó no fue la fatiga ni el agua helada sino la niebla, pues ésta le impidió ver la meta final.
A los dos meses volvió a intentarlo. Esta vez, a pesar de la misma densa niebla, nadó con la meta fijada en su mente, y no sólo nadó los treinta y cuatro kilómetros completos del Canal de Santa Catalina, siendo la primera mujer en lograr esa hazaña.
Así como a Florence Chadwick la animaron su madre y su entrenador, también a nosotros nos anima San Pablo a que sigamos avanzando hacia la meta.4 Pero la meta nuestra, a diferencia de la de Florence, no consiste en ser los primeros en llegar al otro lado ni en batir el récord de quienes ya hayan llegado, sino sólo en perseverar hasta el fin. Fijemos, pues, la mirada en Jesucristo, el autor y consumador de nuestra fe,5 para así poder decir algún día, al igual que el sufrido apóstol: "He terminado la carrera, me he mantenido en la fe." |