El silencio del cementerio fue roto por unos pasos cansados sobre la húmeda hierba. Un sujeto rechoncho se acercó a una conocida tumba. Llevaba una silla de lona y se sentó.
"Ay doctor, vengo a platicarle sobre los esfuerzos que hago por cumplir mi palabra empeñada a usted", dijo.
"Cuando usted me pidió que cuidara a la chiquilla esa, nunca pensé que me costaría tanto"... dijo la misteriosa figura.
Añadió que "razón tenía usted al no dejarla participar en las reuniones políticas, porque de eso no sabía nada. Recuerdo cuando la mandaba a la cocina luego de que sirviera el café y los emparedados"...
Hizo una pausa. Sopló el viento y pareció escuchar una lejana voz que decía:
"No me hizo caso cuando le dije que no se metiera en política. Ya ven como tiene al país..."
"Pero yo he cumplido, doctor. Siempre me he preocupado por su bienestar y el del Partido que usted tuvo con tantos sacrificios", señaló la misteriosa figura.
Agregó que "todo iba bien al principio cuando se dedicó a sus negocios. Pero luego de la invasión le picó el orgullo de aprovecharse de su figura y ya ve hasta dónde ha llegado".
Volvió a soplar una fría brisa y pareció escucharse: "de nada le servirá tanta vanidad. La historia es cruel con los que fallan...".
"Hoy he venido a explicarle mi actitud política. Lo estoy haciendo para salvar al partido suyo, estimado doctor", dijo el personaje.
"Pero bien que te gusta la jarana política a ti y los tuyos", pareció escucharse entre el viento de la noche.
"No, doctor, no crea eso. Yo ya no tengo ambiciones. Pero al ver que su chiquilla llevaba a la derrota a su partido, entonces decidí sacrificarme y lanzarme al ruedo", aclaró el visitante.
Explicó que "yo creo que tengo mejor chance que ese chiquillo dizque ahijado suyo que quiere poner en el poder".
"Así que te estás sacrificando por la Patria, como yo lo hice varias veces", pareció escucharse.
"Sí, doctor", contestó.
"Cuidado te sale una hernia por tu esfuerzo, muchachito", dijo la misteriosa voz. |