Son gente que jode y jode, pero cuando lo vacilan no aguantan. Así es el grupito de personas que ríe de los demás todos los días. Son gente que goza y se divierte de lo lindo. No hay tristeza en sus labios, hasta que lo mencionan.
El panameño, por su naturaleza, es un ser que vive jodiendo. Al menos, a la mayoría le encanta estar en la vaciladera diaria, pero hay otros que prefieren estar centrados y arrugar sus rostros para evitar ser blancos de los terribles chistes del barrio, pero al final nadie se escapa de las palabras que ridiculizan.
Como el país es tan pequeño, la jodedera puede darse en cualquier lugar. Las oficinas privadas o públicas, los parques, la esquina del barrio o hasta en la propia casa, donde ni la cucaracha se escapa.
¿Quién no ha escuchado que a alguien le llame nariz de patacón, cabeza de bloque, cabeza de lengua? Estos son pregones comunes que suelen utilizarse entre estudiantes, mientras que en el plano laboral los vacilones suben de tono cuando ya se burlan de errores de los compañeros de trabajo, sobre todo los cometidos por aquellos que acostumbraban a hacer lo mismo con los demás.
El dilema es que se disfruta bien sabroso cuando no se trata de uno mismo, pero cuando la cosa es personal dicen: "Ey, no quiero relajo", "paren esa vaina conmigo", etc.
Si usted es uno de esos ciudadanos que les gusta el vacilón bravo y candente debe estar preparado para soportar cualquier azote de las personas que agredió verbalmente. En estos casos lo mejor es poner reglas claras y decir "vacila todo lo que quieras, pero no menciones ningún familiar mío". Esta es la consigna de los que están dispuestos a aguantar la jodedera citadina, esa que respiramos como cuando inhalamos el humo de los autos que contaminan la ciudad. |