Una de las cosas que quisiera hoy decirte es que tienes el deber de ir descubriendo tu vocación, tu misión en la tierra. Dios te hizo con un gran propósito, con una tarea que realizar. Y es importante que valores al máximo tu persona, que no te sientas inferior a nadie. No cultives complejos. Valórate por lo que eres: un ser humano, hijo de Dios y con una misión importante que cumplir en la vida.
Nunca te arrodilles ante nadie. Mantén en alto tu dignidad. Sólo de rodillas ante Dios. Escucha y acepta el consejo de los mayores. La experiencia es sabia. Aprecia el buen ejemplo de ellos y comprende las debilidades y fallos que tengan. No te olvides que somos, simplemente, seres humanos.
Ten siempre a Dios en tu corazón. Acostúmbrate a orar. Lee la Palabra de Dios y vive plenamente ese gran sacramento que es la Eucaristía. Ten cuidado con la maldad que hay en el mundo. Abre tus ojos. No seas ingenuo. No todo lo que se presente en tu vida será bueno para ti. No te dejes confundir por malos amigos. Cuidado con los lobos con piel de oveja. Te quieren llevar a la ruina. Sé valiente y di ¡NO! a tiempo.
La droga y el licor han hecho estragos en la humanidad y tú no serías una excepción. Mira a tu alrededor. Observa la cantidad de gente que ha destruido su vida envenenándose con el licor, asesinadas muchas de sus neuronas cerebrales, consumido su hígado, fracasando en el trabajo, en la familia: mucha gente que ha caído en la trampa del alcoholismo, son todo un mensaje para ti. Cuídate muchacho, muchacha. La ruina mental, emocional y espiritual es espantosa. Di ¡NO! a tiempo.
Valora el amor. Es un don de Dios. Lo puedes vivir en la familia, con los amigos, siguiendo ideales nobles, adorando al Señor. Pero no confundas el amor con el sexo. Este es expresión del amor en el marco matrimonial. No profanes tu cuerpo usando tus instintos como los animalitos. Se dueño de ti mismo. Respétate y haz que te respeten los demás. Y cuando tengas pareja, el gran regalo que puedes darle es tu atención, cariño, compañía y respeto.
Si tuvieras vocación sacerdotal, te necesitamos. ¡Somos tan pocos! Si en tu alma existe esa llamada, di sí al Señor.