Usualmente, la sociedad tiende a llevar una dieta demasiado calórica esto supone un valor energético excesivo.
No debe ser extraño que la demanda de productos con bajo o nulo contenido en grasas haya aumentado notablemente en los últimos tiempos.
Este es un fenómeno que plantea un dilema de difícil solución cuando llega el momento de diseñar nuevos productos alimenticios, dado que las materias grasas constituyen un potenciador del sabor de gran eficacia en todo tipo de platillos.
Aquí es donde entra la importancia de la gelatina por sus cualidades orgánicas.
Al punto de fusión de la gelatina está muy próxima a la temperatura corporal del ser humano, por consiguiente al fundirse, ofrece sabor y textura untuosa muy superiores a las que permiten otros productos sustitutos de las grasas.
Así que si empleamos gelatinas en vez de materias grasas se reduce el contenido graso de los alimentos sin dañar su sabor y aportando salud.
Expertos en nutrición recomiendan la ingesta de 10 gramos de gelatina diarios. ¿Por qué? Las proteínas que nos aportan están libres de colesterol, azúcar o grasa. La falta de glicina y prolina se traduce en dolores de huesos y articulaciones, uñas quebradizas, piel deteriorada o pelo frágil.
Las proteínas de la gelatina disponen de ambos aminoácidos.