Hacer ejercicios es bueno para la salud, pero todo en exceso es malo. El someterte a un entrenamiento extremo puede ser contraproducente.
Entre los síntomas que nos indican que estamos bajo un entrenamiento poco confiable está: molestias y debilidad muscular, menor tolerancia al ejercicio, reducción de la motivación, cambios en el estado de ánimo, insomnio, infecciones recurrentes, pérdida de apetito, náusea y pérdida de peso.
En la mayoría de los casos los deportistas y entrenadores deben encontrar el equilibrio entre el entrenamiento intensivo y el sobreentrenamiento, para obtener resultados positivos. Pero tal equilibrio es fundamental.
Desafortunadamente, para una persona común y corriente es difícil distinguir entre sobrecarga y los primeros indicios de sobreentrenamiento, por lo que se recomienda la supervisión de un profesional.
SEÑALES QUE SALVAN VIDA
Nuestro cuerpo es sabio, por lo que da una especie de pre avisos, ante esta situación: uno de ellos puede ser el pulso cardiaco elevado al despertarse en la mañana. Cuando esto ocurre, es recomendable reducir enormemente el entrenamiento o parar completamente durante dos o tres semanas.
Otro error bastante común es reanudar el entrenamiento al mismo nivel (intensidad) con el que se había parado.
La tolerancia al ejercicio puede quedar reducida cuando el deportista contrae una infección. Ejercitar con una infección puede agravar la enfermedad y aumentar su duración, aunque el ejercicio suave durante la convalecencia puede promover la recuperación.
NUESTRO ANIMO IMPORTA
Los entrenadores deben dialogar con sus deportistas sobre cómo minimizar otros aspectos psicológicos y sociales que puedan estresar su nivel de vida.
Considerarán seriamente la cantidad de sueño que se permiten diariamente (como mínimo seis horas).
La dieta es crucial. Muchas vitaminas y minerales ayudan a luchar contra las infecciones, particularmente la vitamina C, vitamina A y el mineral zinc.