Para muchos atletas es difícil alcanzar sus metas, incluso sin limitaciones físicas, pero para las personas como César Barría, con discapacidad, en ocasiones la vida recompensa con creces sus pérdidas, si enfrentan los obstáculos con fuerza de voluntad.
Él es una joven promesa del baloncesto panameño, que a los 21 años perdió una de sus piernas, después de un suceso automovilístico. "No cambio por nada del mundo el accidente. Si me ponen a escoger no cambiaría lo que me pasó", afirma el joven de 25 años.
Para este chico, el incidente de hace 4 años se convirtió en una bendición, ya que ha logrado muchas cosas que no hubiese alcanzado, pues sus pensamientos antes del percance era terminar su licenciatura en Banca y Finanzas y trabajar. "Cuando pasó ese contratiempo me dije que debía valorar la vida más y que no iba a dejar mis sueños. Empecé a crecer más como persona y eso es lo que me ha llevado a estar donde estoy ahorita, alcanzado grandes retos y cumpliendo mis sueños" afirma el licenciado.
PASOS PARA UNA HAZAÑA
Su primer amor deportivo fue la natación, con quien Barría se involucró hasta los 12 años. Después de su accidente dejó el mundo del baloncesto, donde se destacó durante toda su adolescencia, y regresó al agua. Su primer gran reto fue en el 2004 cuando participó en la vuelta acuática de Colón, de donde es oriundo.
Pero su mayor logro -hasta el momento- se empezó a gestionar después de participar en los Juegos Panamericanos de Brasil, cuando nuestro sobresaliente atleta decide que quería hacer una gran hazaña deportiva que pudiera trascender más allá de ella y que llevará un mensaje positivo a todos los panameños y el mundo.
"Investigando vi que el estrecho de Gibraltar era muy famoso por las dificultades que presenta: las corrientes y el trafico de buques; y consideré que con mis características deportiva tendría la resistencia y fuerza física y mental necesaria para atravesar el cruce", afirma el colonense.
La primera en enterarse de la hazaña, que no había realizado ningún latinoamericano -con o sin discapacidad- y mucho menos ningún panameño, fue su novia de hace 4 años, Verónica.
Junto a la estudiante de fonoaudiología, a quién conoció tres meses después del accidente, nuestro intrépido entrevistado investigó todo los detalles y luego de planear todos los pormenores, presentó este reto a su familia, quienes en un principio quedaron asombrados y temerosos, pero luego entendieron que ésta era la oportunidad para que César transmitiera su mensaje: "No hay barreras para lograr lo que nosotros nos proponemos, si trabajamos con empeño y sacrificio".
UN ABANDERADO DE PURA SEPA
Después de tanta lucha y sacrificio este panameño será honrado como abanderado del 4 de noviembre en la ciudad Capital y el 5 de noviembre desfilará con la enseña patria en Colón. "Yo nunca pensé que iba a ser tan rápido. Siempre he soñado estar como los grades deportistas como Roberto Durán o Irving Saladino, pero no sabía que lo que hice podría causar tanto impacto", afirma el orgulloso abanderado, quien afirma que este es otro sueño hecho realidad.
César nos cuenta "cuando estás representando a Panamá se siente el peso de todos los panameños que estaban siguiéndome en cada brazada y cuando sacaron nuestra bandera, en medio del estrecho de Gibraltar, era la motivación más grande que podía tener. Me llenaba de orgullo, valor y fuerza y me decía que tenía que lograrlo.
Ser el abanderado el Día de la Bandera es recordar todos los momentos que pasé, y poder sentirme orgulloso de que soy panameño y que seguiré representando a todo un país", asegura el competidor.
"Quiero ser recordado como alguien sencillo, que trabajó y sirvió a los demás, gracias al poder de Dios", expresó.