FAMILIA
Los matices raciales por el uso de la cocaína
James A. Inciardi
B ien por el contrario, durante
las primeras décadas del siglo XX, los comentarios sobre la cocaína
adoptaban matices raciales, precipitados por los temores blancos a los impulsos
sexuales y criminales de los negros. En 1910, por ejemplo, el testimonio
ante un comité de la Cámara de Representantes ilustró
estos temores y también incluyó casi todos los estereotipos
blancos respecto de los negros:
La gente de color parece tener una debilidad por ella (la cocaína).
Es una droga muy seductora y produce una euforia extrema. Las personas que
están bajo su efecto creen que son millonarias. Tienen un ego exagerado.
Se imaginan que pueden levantar ese edificio, si quieren, o pueden hacer
cualquier cosa que quieran. No tienen respeto alguno por el bien o el mal.
Produce un tipo de insania temporaria. Con toda tranquilidad violarían
a una mujer o cualquier otra cosa y una gran proporción de los casos
de violación del sur se han vinculado con la cocaína".
En las últimas décadas, el consumo de cocaína estuvo
asociado con grupos tan exóticos como los beatniks del Greenwich
Village de Nueva York y North Bach de San Francisco, la colonia cinematográfica
de Hollywood y en la medida como la gente linda de las ciudades, que la
cosa pasó a conocerse como la droga de los hombres ricos.
Durante fines de los años sesenta y principios de los setenta,
la cocaína y su consumo empezaron a pasar al submundo a la sociedad
habitual, en gran medida como consecuencia de una serie de decisiones tomadas
en el momento en Washington DC. Primero, el Senado de Estados Unidos y la
burocracia encargada de hacer cumplir la ley en el nivel federal patrocinaron
leyes que sirvieron para reducir la producción legal de drogas del
tipo de las anfetaminas en Estados Unidos y a poner estrictos controles
en el Quaalude y otros sedanes de los que se abusaba. Segundo, y lo más
importante, el Banco Mundial asignó fondos para la construcción
de la Carretera Panamericana a través del valle del río Huallaga
en las altas selvas del Perú. Estos dos factores se combinaron para
introducir la era de la cocaína.
El cultivo de hojas de coca siempre había sido popular en las
colinas de los Andes peruanos, pero el cultivo estaba en su mayor parte
limitado al consumo local en té o para mascar. Sólo una cantidad
relativamente pequeña de hojas podían conseguirse para procesarlas
y obtener cocaína. El viaje a través de los rocosos Andes
era difícil y las hojas de coca tenían que ser llevadas a
lomo de mula. La construcción por parte del Banco Mundial de un camino
pavimenado a través del valle Huaallaga abrió rutas de transporte
para el envío de coca, y la dificultad para conseguir anfetaminas
y sedantes en Estados Unidos ayudó a suministrar un mercado dispuesto
para la nueva sustancia intoxicante. Con el consumo de cocaína en
aumento en Estados Unidos, los cultivadores de América del Sur y
los empresarios respondieron abriendo vastas zonas nuevas para el cultivo
de coca.
La carretera de la cocaína empieza en los Andes de América
del Sur donde se cultivan las hojas de coca. Están las zonas de Chapare,
Beni y Yungas delnorte y el centro de Bolivia -zonas caracterizadas por
espectaculares picos montañosos con bellos pasos coronados de nieve
y estruendosas cascadas que se precipitan hacia valles subtropicales y humedecen
las tierras bajas. En Perú hay remotas selvas altas que rodean el
Alto Huaallaga, un afluente del poderoso Amazonas. En Ecuador hay tierras
altas a ambos lados del ecuador y zonas adyacentes a Guayaquil, la ciudad
más grande de la nación. En el sudeste de Colombia está
el vasto y virtualmente deshabitado territorio amazónico, y hay plantaciones
en Asia Oriental, Bali y el Caribe.


|


|
Ancianos reclaman eutanasia más por depresión
que por dolor
 |