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EDITORIAL
"Nuevo aire" en las bananeras
Todos los detalles no se tienen claros, pero al fin se habla de paz en la división del Pacífico en las bananeras. Lo único que ya está en todas las planas de periódicos es que los obreros aceptaron el acolchonamiento de la fruta, ¡después de tres años de infecunda negociación!
El banano de Puerto Armuelles, por prácticas de producción que tienen una década de haber desaparecido en otros países productores, es mucho más delgado y pequeño, por lo que dejó de empacarse con la mundialmente conocida marca Chiquita, número uno de consumo en Europa, para hacerlo con otras de segunda calidad: Cónsul y Amigo.
Para garantizar que el banano del Barú pudiera competir con los otros, la empresa Panama Fruit Company (PAFCO) proponía desde 1997 acolchonar la fruta y modernizar la cosecha y el empaque. Esto, por supuesto, iba a significar menos mano de obra y más uso de la tecnología, por lo que el sindicato pegó el grito al cielo y se había sentado a esperar que murieran tirios y troyanos.
Sin que la comunidad tenga muy claro cómo y por qué, la madrugada del sábado la luz apareció al final del túnel, y el sindicato aceptó el acolchonamiento. Pero no es ese el único punto curioso; PAFCO, a la que le conviene más dedicarse a la comercialización y dejar la producción en manos de cooperativas o los propios obreros, (o irse a Africa, donde no tendría problemas de venta en Europa y los costos de producción son bajísimos) prefirió quedarse en Panamá, a pesar de tener metidos en la camisa la horda de grillos y ponzoñosas criaturas que pueden llegar a ser los sindicalistas.
Sea como sea, el acuerdo se logró y el año parece que terminará en paz. La odisea que empezó en diciembre de 2000, con la solicitud que PAFCO hizo al gobierno, para despedir de más 500 obreros, culmina a finales de octubre con el pacto firmado y parece que le da nuevo aire a un área bananera totalmente devastada.
Barú, que llegó a convertirse en una carga operacional para la empresa, según palabras de su gerente Cameron Forsythe, podría volver a ser lo que antes fue: una de las áreas más prósperas y eficientes de la agroindustria nacional. Para ello, hay que lograr una fruta de gran tamaño, que no esté maltratada y que no tenga la corona podrida: muy parecida al tipo de obrero que hace falta en el país entero.
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PUNTO CRITICO |
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