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En las principales cabeceras de provincia hay museos con importantes piezas que hablan de la historia nacional. No son grandes sitios ni lujosos ni costosos. Apenas se trata de vetustas, pero señoriales casas, donde los interesados por la cultura y la tradición han resguardado los principales antecedentes nacionales.
En la capital se encuentran las grandes salas de exhibición, donde se tienen los artículos principales, y las más importantes muestras del acontecer pasado, donde se tienen las más elocuentes piezas que en silencio hablan de cómo fue la vida antes de hoy.
Lastimosamente, esas salas son sitios desiertos la mayoría del tiempo, ya que muy poco son visitadas por nuestra propia gente. Se les deja a los turistas extranjeros, quienes tampoco son orientados para que vayan a las provincias a conocer Panamá por dentro.
Mucho menos la visita de museos es una costumbre nacional, más allá de una actividad extra curricular de las escuelas del país. Las familias no están acostumbradas a ir a estos sitios con sus hijos, para aprovechar la oportunidad e inculcarles el amor por lo autóctono, por sus valores nacionales. Ahí están los museos, señores, requiriendo que las familias asistan a conocerlos, y en la misma medida aporten para su sustento. |
