El presidente colombiano, Alvaro Uribe, es un hombre de gran espíritu, de fortaleza de acero y de compromiso por sus ideas hasta la muerte. Pero hay algo que aprenderá con el tiempo, la solidaridad internacional es vacía.
Recientemente, solicitó a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la posibilidad de convertir en cascos azules a soldados colombianos para defender a la población civil de los bandidos que causan destrozos humanos y materiales en los pueblos de su nación, pero la respuesta fue negativa por parte de este organismo; pareciera que los delincuentes políticos tienen las ventajas a la hora de las decisiones en estos organismos internacionales.
Esta situación es parecida a la realidad de Afganistán, donde sus autoridades agradecen el apoyo militar y policial, pero en el fortalecimiento de sus instituciones democráticas y el desarrollo, no han llegado.
Alvaro Uribe vive en soledad, con la excepción del apoyo estadounidense, quizás es por eso que el mandatario George Bush a la hora de las decisiones, deja de un lado a la ONU.
Mientras no existan acciones de fuerza verdadera no se podrá combatir a los facinerosos que conviven con su propia ley en las montañas colombianas.
Los panameños vivimos esa experiencia de las visitas de diplomáticos de la Organización de Estados Americanos (OEA), sin que se vislumbrara solución, hasta que vino la noche trágica y sangrienta de una invasión. |