La culpa del golpe militar del sesenta y ocho la tuvieron los politiqueros civiles, he dicho muchas veces. Desde los años cincuenta los militares lograron cierta "independencia" del poder civil. Se marco claramente "el territorio" entre ambos en el país.
De esa manera nadie se metía en los "negocios" de la Isla de Coiba, productora de animales de carne y verduras.
Cuando las cosas "se ponían difíciles" para los gobiernos de la llamada "patria boba", entonces los civiles acudían a los militares para sofocar las revueltas.
Al tomarse el poder con votos el coronel José A. Remón Cantera, las cosas parecían que iba a cambiar.
El llamado "chichi" Remón controló rápidamente los otros poderes del Estado panameño. Se daba por descontado que continuaría en la presidencia luego de terminar su período presidencial.
Con el asesinato nunca esclarecido del primer jefe militar de la nación panameña, el militarismo se replegó a sus cuarteles a "lamerse las heridas".
La llamada aristocracia panameña había asestado un demoledor golpe a los militares, matándoles al que se consideraba "todo poderoso" Remón.
Pero los grupos económicos que se pasaron la presidencia luego del asesinato de Remón no pudieron mantener tranquilas a las diferentes corrientes de intereses de la clase poderosa.
Así surgió todo un ambiente de revueltas, fallidas acciones guerrilleras, agitación popular, que hizo que los civiles volvieran a depender de los militares para seguir gobernando.
Fueron esos intereses encontrados de la oligarquía los que sabotearon el nuevo gobierno del Dr. Arnulfo Arias M., elegido por gran mayoría.
El golpe o cuartelazo fue producto de esa descomposición de la clase política gobernante del momento.
He mencionado esta lección, porque veo con temor que a veces pareciera estar repitiéndose las mismas circunstancias de hace treinta y ocho años.
Claro que ahora no hay militarismo por la horrible experiencia de los veintiún años de dictadura. Pero la comunidad exige "mano dura", más armas para la policía, mayores condenas, etc.
Y los gobiernos civiles después de la invasión no han podido darle seguridad a la comunidad. El ingrediente de la delincuencia extranjera trabajando en Panamá (por narcotráfico), exige para mucho la vuelta de los militares a manejar la seguridad.
Los políticos panameños deben aprende del pasado. Nada de permitir que vuelva el monstruo militarista, aunque tenga ahora máscara de policía. Creo que los civiles somos capaces de gobernar bien... si dejamos a un lado la politiquería.