Ya no vienen como antes los jugadores extranjeros de alta calidad de competencia. Año tras año, 22 años de fútbol no aficionado y ahora profesional, con la Liga Panameña de Fútbol (LPF), han dejado muy pocas lecciones para que los nuestros aprendan, y en algunos casos, vemos a los foráneos ocupando la suplencia. Entonces, ¿para qué los trajimos si no dan la talla?
Entre los últimos, tuvieron dos o tres momentos de notoriedad, como el portero colombiano Carlos Bejarano, o el delantero brasileño Leandro C. Rodrigues do Amaral, y los demás, poco dejaron para que el público los recuerde: Luis Diego Gallo, Ariel Alejandro Paoloni. Javier Dussan, Hernán Velásquez, Mauricio González, Fernando Villalobos, Jhon Fredy Mosquera, Joismar Griego, John Edgar Parra, Johnny Alberto Ríos Maximiliano Gastón Drasal, Bengue Guillaume, y otros tantos que no aportaron nada.
Seguimos apostando a los colombianos, simplemente porque un viaje a Colombia nos sale barato, pero la calidad del producto exportable no agrega nada, al desarrollo de la LPF.
Porque los Bernardo Redín, o los Carlos Valderrama han sido muy buenos, y por ende, muy caros.
No pretendemos que cada extranjero que venga sea un Víctor Hugo Saavedra o un Miguel Alonso Pacheco, un Francisco Wittingham o un Héctor Nazarith, un Rodrigo Caballero o un Julio Capretta.
Pero tampoco, gato por liebre.