El campeón mundial de salto largo Irving Saladino a pesar que está agotado y no ha podido descansar desde su llegada de las Olimpiadas de Beijing, ayer se trasladó a la histórica población de Portobelo, lugar donde nació su madre Cristina, para agradecer al Nazareno el milagro recibido al triunfar.
"Yo tenía esto prometido al Nazareno que si ganaba le pondría una vela", dijo.