Su ingenuidad los hace transparentes y vulnerables. Los lápices y un lienzo de papel, pueden convertirse en la única herramienta para expresar sus sentimientos y su apreciación del mundo que los rodea.
A simple vista, son sólo garabatos, pero sepa usted que detrás de cada línea desordenada que pinta un pequeño hay un significado que puede marcar la diferencia entre un individuo sano o uno con dificultades para hacerle frente a los retos que se les presenten en la vida. O porque no, el preludio de un exitoso pintor.
De acuerdo al sicólogo clínico Abigail Velásquez, el dibujo como herramienta clínica presenta varias facetas que pone de manifiesto la evolución emocional de un niño, características que son cónsonas con las diferentes etapas de su desarrollo; este razonamiento deriva de las investigaciones que en esta materia se han desarrollado desde inicios de siglo pasado. Aseguró Velásquez.
¿POR QUE PINTAN?
Muchos se preguntarán por qué pintamos cuando niños, la razón de acuerdo Velásquez, es que pintar sencillamente es una actividad constante en los seres humanos, hasta cumplir los 10 u 11 años, periodo en el que se presenta una recaída en el interés por los lápices, las líneas y los colores.
Además es una forma accesible, a su corta edad, de expresar un conocimiento, "cuando un niño dibuja es por que lo asocia a algo que le llama la atención", dijo el galeno.
LAS ETAPAS DEL DIBUJO
El proceso de pintar se inicia a los dos años y medio. En esta primera etapa el niño se expresa a través de simples garabatos, de la que pasa a otra fase donde el dibujo presenta algunas formas de lo que él se imagina, puede ser un caballo o una persona por ejemplo, asegura Velásquez. "Hay una definición poco acabada, pues no está en él, por su limitada experiencia, definir las cosas".
Por medio del dibujo, el niño, puede indicar que está pasando por situaciones que no le agradan, como el divorcio, entre sus padres, por ejemplo, al provocar que él en su ignorancia no encuentre otra forma de expresarse, lo que puede ser una voz de suplica, ante la egoísta posición de la pareja que olvida en la mayoría de los casos su rol de padres.