Una vez pasada la tormenta, Michele Piccirillo no parecía un damnificado. Se veía tranquilo sosteniendo su golpeada cabeza con las dos manos. No se mostraba aturdido.
“Nunca le mostré temor y ciertamente no se lo tuve, ni siquiera después de cada caída. Él dijo que me noquearía rápido porque no me conocía y lo llevé hasta el final”.
Pero no pudiste evitar una derrota amplia. Vi exagerados los números de las tarjetas. Tuve varios rounds buenos, incluyendo el cuarto, cuando me levanté a proponer pelea. Fue muy laborioso para Mayorga estar persiguiéndote.
No iba a pararme para cambiar golpes, excepto cuando no quedara más alternativa. ¿Cómo le peleas a un hombre de poder que sale a buscar un nocaut? Esquivándolo, haciéndolo correr, cansándolo.