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Cuando los servicios médicos eran sólo un privilegio de los nobles, los aristócratas y los ricos, la medicina y el médico quedaban amparados por éstos, siendo una profesión exclusiva, privilegiada y pudiente. Aunque ocasionalmente si el tratamiento no mejoraba al paciente o no podía evitar el desenlace fatal: la muerte era el destino más probable para el médico tratante.
Con el tiempo y el desarrollo de la sociedad hemos visto cómo los beneficios de la medicina se han extendido a todas las capas sociales, hasta llegar al siglo XX, donde la salud de la población pasó a ser una responsabilidad del Estado y éste al contratar los servicios de los profesionales médicos para cumplir con esta alta responsabilidad, se transforma en empleador-patrono y los médicos en empleados-obreros de la salud. Con esto los médicos no sólo hemos perdido la posición privilegiada, también hemos pasado a ser empleados asalariados con derechos y deberes propios de cualquier trabajador y recibimos el mismo tratamiento que cualquier obrero, cuando con razón o sin ella, nos reclaman por nuestro trabajo.
La medicina es ciencia y arte, y en cualquiera de estos aspectos se ejerce por una remuneración justa y equitativa que corresponde al bien que brindamos que es vida y salud. Dos costos difíciles de medir, pero de un valor incalculable. Por otro lado un médico para llegar a ejercer con pericia su profesión requiere de una mayor inversión de dinero y tiempo en sus estudios y entrenamientos, que todas las otras profesiones y se es un profesional rentable para él y su familia muchas veces más allá de los años 30, cuando otros profesionales ya están asegurados en su vida y sus carreras. Todo esto justifica los salarios que percibe el médico. El Estado a través del Ministerio de Salud (MINSA) y la Caja de Seguro Social (C.C.S.), nos nombran para trabajar 8 horas diarias por cinco cías a la semana como todo funcionario público. La mayoría cumplimos este horario, los pocos que no lo hacen son los más llamativos y los que nos dan la mala fama en este aspecto.
Ahora, por muchos años que van hasta los inicios de los servicios de salud estatal y luego con el Seguro Social, los médicos hemos brindado servicio de atención (fuera de esas 8 horas de trabajo por la cual se remuneran nuestros servicios), al principio, en forma gratuita y desde hace unos veinte años por un salario de B/.2.50 la hora por trabajo extraordinario lo que representa alrededor del 24% de la hora médico. Luego de deducciones, el profesional médico cobra menos de B/.1.75 por hora de trabajo. Además se da la injusticia de que a mayor experiencia te pagan menos por el mismo trabajo. Si comparamos esto con los otros trabajadores de salud, no médicos, todos cobran por una hora extra, un porcentaje mayor que los médicos, desde 155% hasta 300% de su hora regular de trabajo. Comparado con estos porcentajes, el salario por trabajo extraordinario para los médicos es irrisorio. |
