Los enfermos acuden a los consultorios en busca de ayuda profesional, pero salen -en muchos de los casos- sin saber en realidad qué tenían. Este típico ejemplo ocurre muy a menudo con los casos de infertilidad, donde el médico sólo receta medicamentos sin comunicar la realidad del paciente.
El profesional de la medicina está en el deber de informar al paciente cuál es su problema y si en realidad existen esperanzas. Con los médicos que no informan nada más podremos calificarlos como máquinas que lucran de aquéllos que mantienen una fuerte fe.
Tal vez el problema no sea cien por ciento de los profesionales de la medicina, podría ser también de los propios paciente que sienten un temor de cuestionarlos sobre su situación.
Lo recomendable en estos casos sería preguntar al final de la consulta una explicación en forma clara y real del diagnóstico médico. Así, tanto el paciente como el profesional podrán tomar decisiones. |