VARIEDADES


"Cabecita de algodón" habla de su soledad

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Bogotá
El Tiempo

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Un amor que durará por la eternidad y que es un ejemplo para la humanidad.

Usando esa llave que durante 41 años compartió con Celia Cruz, nos abrió una enorme puerta para que pudiéramos mirar hacia su corazón.

En Nueva Jersey, cerca de Nueva York, la babilónica capital del mundo, un músico cubano de 79 años procura armarse de valor para asimilar el amargo papel que le depara el destino: el de viudo de Celia Cruz, auténtico ícono del arte musical que partió al más allá, tras mantenerse en la cresta de la popularidad por espacio de 50 años.

Este hombre que hoy vive uno de los domingos más tristes de su vida se llama Pedro Knight Caballero. Antes de ser trompetista, trabajaba como tipógrafo de un diario cubano. Knigth, el viudo que más condolencias ha recibido y en todos los idiomas, conoció a su Celia cuando ella llegó a cantar a la Sonora Matancera.

Se casaron por lo civil en Nueva York, el sábado 14 de julio de 1962, tres meses después de la muerte, en Cuba, de la madre de la artista.

A pesar de la partida de su amada, él no puede apartarla ni un instante de su charla, en la que se mezclan anécdotas que devuelven la risa al rostro cansado del músico que abandonó su actividad de trompetista excelso para dedicarse a la carrera de manager y esposo y los instantes de silencio cuando Pedro pugna por impedir que surjan lágrimas nacidas de un pasado irrecuperable.

No teníamos planeado preguntarle sobre la enfermedad de Celia Cruz, pero antes de iniciar la charla, nos dijo: "Yo tengo un compromiso grande con ella. Nunca quiso hablar de su enfermedad y eso lo he respetado. Por eso les suplico que evitemos hablar de ese tema para no echar a perder el compromiso mío con Celia".

NO CONOCIERON EL MUNDO

Llevaron su ritmo a las entrañas de la tierra, a los rincones más apartados y los sitios más fantásticos del mundo, pero hoy Knight reconoce una triste verdad: "Recorrimos el mundo, pero no lo conocimos.

Siempre era lo mismo: del aeropuerto al hotel, del hotel al trabajo. Celia se limitaba, no iba a la playa porque si se enfermaba no quería que después dijeran que por estar paseando no podría cumplir.

CELIA EN TIEMPO PRESENTE

Celia sigue junto a su "cabecita de algodón", un apodo que ella le puso y lo hizo conocer al público. Y la realidad puede palparse en un hecho: pocas veces Pedro se refiere a ella en tiempo pasado.

Habla de Celia como si estuviera viva, en presente. ¿Qué es lo que más extraña de Celia? "Su carácter; era muy alegre, siempre estaba alegre. Ella casi no se afectaba por nada, solo le molestaba que le dijeran una mentira". Pedro Knight confiesa que han sido días de enorme tristeza, pero que ayudó a confortarlo "el amor por Celia de todos los latinoamericanos en este país".

NO SE BAILAR

Pedro parece fugarse de la charla que ha transcurrido en total paz, bajo la advertencia de que podía cortarla en el instante en que se sintiera cansado o perdiera ganas de hablar.

¿Qué le pediría a la gente en este momento? Pedro se lleva ambas manos a su frente, esconde un poco el rostro y piensa. "Que nunca se olviden de ella" contesta. Y agrega: "Yo tampoco voy a poder olvidarla".

Después sonríe y dice: "Voy a decirles algo que he dicho poco: yo soy cubano y músico, pero no sé bailar". ¿Y Celia no intentó enseñarle?, le preguntamos y él responde con un tono de picardía, siempre sonriente: "No, Celia no quería que yo aprendiera a bailar".

"IR A CUBA, SERIA TRAICIONAR A CELIA"

La mirada del viudo se perdía a ratos. Parecía recibir los mejores momentos con su esposa, pues despedía una sonrisa atrevida. Mirando a ratos la mesa y en otro lapso a las personas que lo acompañaban en el pequeño salón blanco, el cubano explicaba las principales razones de la salida de la Reina de la salsa de su país.

Pedro afirmó que volver a la Patria de Martí sería como traicionar a su amada. "Ella quería volver a la Cuba que era libre y esa es la Cuba a la que voy a volver, en donde ya no haya nada de esto que pasa allá, que el pueblo no tiene derecho a decir nada. No traicionaré a Celia".

"Lo único que ella hizo fue tratar de buscar dinero para darle a su madre todo lo que necesitaba, porque el médico le había dicho a Celia Cruz que su madre podría durar dos años. Ella adoraba a su madre. No pienso volver a Cuba, menos después de su muerte".

Pero de inmediato regresa la sonrisa que trae los recuerdos: en un concierto en Barranquilla, en el que acababa de cantar, salió a perseguirla un borracho que le decía: Celia, dame un beso. Ella, siempre ocurrente y rápida, le replicó, sin dejar de correr: ¡Dáselo a Pedro, que viene atrás!"

 

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