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"Si el mar se volviera ron..."
Carlos R. Acevedo
Periodista
Si la memoria no me falla, creo que fue el cantautor de música típica Lucho De Sedas, quien grabó una tonada cuya letra dice más o menos así: "Si el mar se volviera ron y el río La Villa cerveza..." Pues bien, muy lejos de ser una broma, resulta que hace unos días, la tonada en mención estuvo a punto de convertirse en una realidad por el derrame irresponsable de miles de galones de alcohol vertidos en el cauce de ese importante recursos hídrico en la Península de Azuero, para desdicha de los pescadores artesanales y la vida animal que habita el caudaloso río, que además de servir de fuente de alimento y agua potable para consumo de la población, ha sido a través de la historia un símbolo regionalista porque separa a las ciudades de La Villa de Los Santos y Chitré. Calificado de "dado ecológico", por las propias autoridades de la ANAM, el desastre, según los pobladores del área no es el primero, y es una voz de alerta ante los peligros que representa para nuestros recursos naturales y el medio ambiente, la ausencia de medidas preventivas y la forma sinuosa como se deja de aplicar reglamentaciones contempladas en nuestra legislación ambiental. Considero equivocado el enfoque de la rentabilidad excesiva con que se trata a los recursos naturales, pues éstos son importantes porque de su conservación y cuidado va a depender más que la alimentación de un poblado, toda la vida en las aguas del río y más allá. Decir que en tres meses los efectos del derrame de grandes volúmenes de alcohol desaparecerán, constituye una especie de conformismo de intenciones un tanto desconocidas que no se justifican desde ningún punto de vista. Esta aseveración contrasta con los reportes de testigos que afirman haber visto corvinas, pargos, róbalos, congos, bagres i millares de camarones muertos en la desembocadura del río. Las escenas de grandes peces muertos nos ponen en advertencia frente a un fenómeno que afecta más allá de lo que percibimos a simple vista, por el hecho de que la vida en el agua, al igual que en la tierra, está formada por una cadena biológica interactuada que al romperse uno de sus eslabones tiene consecuencias a veces impredecibles para todo un sistema. Por mucho tiempo, en nuestros pueblos del interior el procesamiento y derivado de sustancias alcohólicas de la caña de azúcar, estuvo en manos de familias con poder económico, a veces investidas de cierto caciquismo político que les permitía omitir el cumplimiento de las pocas reglamentaciones que existían sobre la materia. Panamá no puede ahora darse el lujo de contar con una de las "legislaciones ambientales más modernas del continente", mientras ocurren desastres de tal magnitud. En una región devastada por los efectos de una agricultura de subsistencia, caracterizada por una tala indiscriminada y con bajos niveles de depresión lluviosa, el envenenamiento de los ríos es imperdonable y viene a sumarse a las prácticas más repudiables pues atenta directamente contra el entorno natural que es, a fin de cuentas, el hábitat y sustento de la misma población.
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En una región devastada por los efectos de una agricultura de subsistencia, caracterizada por una tala indiscriminada y con bajos niveles de depresión lluviosa, el envenenamiento de los ríos es imperdonable y viene a sumarse a las prácticas más repudiables pues atenta directamente contra el entorno natural que es, a fin de cuentas, el hábitat y sustento de la misma población.
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