En menos de un año, 15 familias han perdido -probablemente- al único sustento económico que tenían a consecuencia de una tragedia en la construcción.
Con lo ocurrido en el proyecto Torre 7400, donde perdieron la vida cuatro panameños más, se hace urgentemente necesario redoblar las medidas de seguridad en las construcciones.
No es posible que el país camine a buen ritmo en materia de crecimiento y desarrollo de nuevas edificaciones y sigan pasando tragedias que muy bien pueden evitarse.
La SUNTRACS ha denunciado que la aparición de "sindicatos amarillos" ha debilitado la aplicación de las medidas extremas de seguridad en las construcciones, debido a que estos grupos responden al poder económico y no respeta la vida de los obreros.
Ante esta tragedia, la máxima autoridad en material laboral ha exigido responsabilidad. El titular de la cartera enfatizó que ya es hora que alguien responda por los accidentes en las construcciones.
Cada calamidad, como esta, deja un sinsabor en el pueblo panameño que llega a pensar que se actúa por impulso y no por ganas reales de resolver el asunto. Ahora se habla con energía para buscar culpables, pero qué se ha hecho antes, es lo que se pregunta el ciudadano de carne y hueso.
Ahora queda esperar que el Convenio 167 de la Organización Internacional del Trabajo sea convertido en Ley de la República para así garantizar de forma definitiva la seguridad de todos y cada uno de los que arriesgan sus vidas trepando andamios, repellando y soldando a grandes alturas y batiendo mezcla bajo el peligro de que les caiga una grúa. ¿Se remediará esto? Sólo Dios sabe.