Lo que para la mayoría de los panameños de la ciudad capital representa una nueva opción del transporte urbano, al poner fin a los diablos rojos, para otros significa el inicio de una etapa nada beneficiosa, que repercutirá en pérdidas económicas.
Se trata de los vendedores ambulantes, que todos los días se suben a los buses para vender todo tipo de productos y alimentos.
Tarjetas, llaveros, legumbres, frutas, toallitas, agua, chocolates y hasta aquellos que con Biblia en mano utilizan la sagrada palabra de Dios para "persuadir" a los usuarios del transporte público, para que les colaboren así sea con unos cuantos reales.
Guillermo Gordón, quien tiene más de 20 años vendiendo bombones de chocolate y confites de diferentes sabores, dijo que la iniciativa tiene muy molestos a los buhoneros, porque la mayoría no sabe qué harán cuando entre la nueva flota.
"A diario, cuando me subo a los buses, me gano entre $ 15 y $ 20. Este proyecto está fuera de orden, pareciera que el Presidente está por los ricos, pero no le importa con nosotros los hijos de la cocinera".
Para este humilde trabajador, día tras día se mantiene la gran interrogante, de saber qué pasará con los más de 100 vendedores, cabezas de familia que se dedican a esta actividad, porque ninguna autoridad les ha presentado una alternativa, por lo que exigen al Gobierno una explicación.
Sobre el tema, el director del Tránsito, Jorge Ricardo Fábrega, dijo que hasta el momento, el Gobierno no ha pensado en un proyecto para ayudar a estas personas, pero lo único que tienen claro es que ellos no formarán parte del proyecto.
El funcionario dijo que este moderno sistema persigue como meta, brindar un mejor sistema de transporte, que contribuya a que el pasajero pueda trasladarse de un lugar a otro de manera cómoda y confiable, y por ende, los buhoneros no pueden formar parte del mismo.
Igualmente, descartó la posibilidad de que con la compra de la tarjeta de pago para entrar a los buses, puedan ejercer su actividad en el interior de estos vehículos.
De acuerdo con el pliego de cargos, el consorcio Transporte Urbano de Panamá tiene 180 días para asumir el control de la ruta, y al término de un año o menos, probablemente los panameños tengamos en nuestras calles una nueva flota de buses.