Hace poco tres panameños fueron asesinados al estilo propio de los carteles del narcotráfico. Las autoridades tienen informes que se trata de irregulares colombianos que entran como Juan por su casa, perpetran su crimen y se van impunes.
El narcotráfico es el común denominador de esos homicidios. Los distribuidores locales les birlan los cargamentos de cocaína a sus abastecedores colombianos y viene luego la violencia.
Lo preocupante es la falta de vigilancia en áreas costeras del propio distrito capital, donde entra a diestra y siniestra la cocaína. Por años, las autoridades saben perfectamente que varios puntos de Juan Díaz, constituyen un coladero de drogas, pero no se establece la vigilancia necesaria.
Los colombianos traen la droga en lanchas rápidas y sus células panameñas trasladan hasta la orilla los narcóticos. En algunas ocasiones se producen los llamados "tumbes" y eso desata una ola de crímenes violentos.
Se hace necesario que el Servicio Marítimo Nacional y de la Policía Nacional despliegue una vigilancia permanente en esos puntos, para evitar que Panamá se inunde de drogas.
Panamá por su cercanía con Colombia constituye un paso obligado para la droga que producen los carteles suramericanos, así como un centro de blanqueo de capitales, lo que constituye una fuente de corrupción para todos los estamentos de la sociedad panameña.
La lucha contra el flagelo de la droga debe ser permanente y los panameños deben entender que el dinero mal habido así mismo los llevará por mal camino.