El anuncio público de un plan estratégico de educación para los próximos cuatro años, es cónsono con la hipótesis de que la acumulación de capital humano, debe ser uno de los principales elementos de un gobierno para generar la movilidad social.
Pero, dentro de dicho plan estratégico, la calidad del aprendizaje debe resultar un aspecto muy importante y pertinente. Sobre todo, con la interrupción del proceso educativo que se dio días atrás, al unirse los profesores de algunos colegios estatales, al paro que promovió el Frente Nacional de Defensa de la Seguridad Social.
El Ministerio de Educación, tendrá que analizar y determinar, en estos pocos meses que le quedan al año escolar, cómo el sistema puede fortalecer la promoción de los estudiantes, apoyándolos para que puedan desempeñarse adecuadamente. La idea es no tener al final, tantos alumnos repitientes, quienes deben afrontar no sólo ellos, sino, sus padres, frente a sus amigos y familiares, una inefable vergüenza social.
Para los entendidos en la materia, repetir todo el año escolar de nuevo, no es ninguna ganancia para el estudiante. Algunas investigaciones hechas en otros países, muestran que el tiempo por sí solo, no soluciona las dificultades.
En realidad, según algunos psicólogos especializados en educación, habría una gran responsabilidad compartida entre el Ministerio de Educación, que debe tener programas especiales de reforzamiento y los padres de familia, quienes deben apoyar a sus hijos, formando hábitos de estudio y valores como la perseverancia y la paciencia.
Es indudable que cada persona tiene un estilo propio para aprender. Lo que hay que hacer, es ajustar esa preferencia con las condiciones de aprendizaje y el ambiente de estudio, para convertirlos en fortaleza.