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EDITORIAL
Acción y reacción
A los cuatro vientos se escuchaba la voz. Todos los días, los periódicos proyectaban la realidad que muchos querían tapar, como cuando se protege uno la cara con la mano para impedir que el sol afecte la visibilidad. Del sol nadie se puede ocultar. Así, no tardó mucho tiempo hasta que un miembro del engranaje de seguridad se convirtiera en víctima de la violencia anunciada.
Panamá es un país que reacciona con los hechos. Mientras nada ocurra y el "estatus quo" se mantenga igual, no se verá indicios de nada, sólo lo de siempre: Tranque, protestas, desempleo, pobreza y miseria.
El asesinato del jefe del Departamento de Fiscalización Aduanera, Aquiles Adolfo García, dejó un sinsabor y una mirada de temor en cada rostro de los ciudadanos locales y extranjeros que ahora se preguntan: ¿se convertirá Panamá en una Colombia más?
Crímenes hay casi todos los días en el vecino país. Masacre es la palabra que define la magnitud de la escalada criminal en Colombia, pero ¿cuál podría definir la realidad nuestra?
Un ambiente de poco importa es lo que ha caracterizado a las autoridades hasta que mataron a García, inclusive, a pesar de que antes de la fatal tragedia fue él quien había advertido que su vida peligraba.
Convocar a los medios para sorprender al país con que redoblarán la seguridad o que harán una guerra al narcotráfico ojalá no sea meras ganas de salir y decir ahora que a partir de hoy no habrá más crímenes. La rápida captura del último compinche del grupo de sicarios no debe verse como un caso cerrado, tal como expresó un agente que participó en este operativo.
Es y debe ser el inicio de un plan para reducir la incidencia de actividades violentas que se han registrado en los últimos meses. No hay que bajar la guardia porque, de un momento a otro, los criminales podrían dar otro golpe bajo que quizás deje lesionado el cuerpo de seguridad encargado de mantener al menos una paz terrenal.
Acción y reacción, dos palabras que lo definen todo, inclusive la planificación estratégica para combatir el hambre (caso de Divalá); el desempleo y, este caso, la violencia, misma que no forma parte del invento de los fotógrafos de los medios de comunicación social. Es una realidad palpable y visible en cada esquina y, más allá, en el mismo seno de la familia panameña, huertos donde se cultivan los valores que edifican el crecimiento del individuo.
Para el gobierno no será una tarea fácil porque la solución se encuentra en lo más profundo del corazón de los hombres, un lugar en que sólo puede entrar Dios.
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PUNTO CRITICO |
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