EDITORIAL
¿Quién protege al consumidor?...
La equivocación en
la venta de un medicamento que debió usarse para despejar las fosas
nasales de un recién nacido hizo aplicar una solución de alcohol
salicílico en reemplazo de la salina recetada, con las evidentes
secuelas de deterioro y perjuicio que tal error conlleva.
El incidente permite recordar otros sucesos donde la inobservancia en
el despacho y dosificación de medicinas, en instancias sanitarias
particulares y públicas, han causado lesiones, y hasta muerte, sin
que se conozcan decisiones sentenciosas de justicia que castiguen la imprudencia
profesional.
Errores en los etiquetados, confusión en las denominaciones, equivalencias
equivocadas, constituyen eventos repetidos que ponen de manifiesto la gravísima
desprotección que afecta al usuario en el complicado mundo de los
medicamentos y las comercializaciones.
La Comisión de Comercio de la Asamblea Legislativa mantiene investigación
ampliada sobre las políticas, los mecanismos de mercadeo y comercialización
de los remedios y la fijación de los precios, los que varían
a voluntad de centros internacionales productores, imponiendo tarifas sin
contrapeso ni oposición válida.
Los desvelos de la instancia legislativa se orientan fundamentalmente
a lograr rebajas y variaciones en los precios actuales, y asímismo
construir un mecanismo que en consenso logre validar los intereses en controversia;
entre ellos, lograr la apertura de los laboratorios suramericanos a las
compras panameñas, superando los rigores de la región centroamericana.
Las normativas sanitarias vigentes en Panamá establece la obligación
de mantener un regente titulado en las farmacias; de manera que el expendio
se realice con idoneidad de conocedor; sin embargo, no es difícil
verificar en múltiples sitios de venta de medicinas que el farmacéutico
no está presente, ejerciendo una regulación nominal; situación
anómala que facilita causar errores -como el ocurrido en Chiriquí
con las gotas para el resfriado del recién nacido.
Los médicos agremiados expusieron con dureza el riesgo que significa
el actual registro de medicinas, que omite precisar las capacidades salutíferas
del producto para lograr efectos de salud en los pacientes; en comunicado
reclamaron mantener las determinaciones de cualidad en los análisis,
derogadas hoy.
La pregunta que titula este editorial adquiere plenitud cuando se inquiere
sobre protecciones y defensas que merece el consumidor, quien vive a merced
de las acciones y determinaciones de las gigantescas corporaciones, y los
oligopólicos manejos localistas de distribuidores y vendedores de
botica.
Las previsiones de la moderna concepción económica rechaza
la fijación de obstáculos al movimiento comercial del mundo;
sin embargo, tales propósitos universalistas no pueden llevar la
indenfensión, ni la desproteccion de los consumidores, quienes merecen
apoyos y respaldos públicos.
Por ello se impone que los legisladores precisen el ámbito de
las regulaciones normativas, y asímismo que los usuarios reforcen
sus organizaciones defensoras, y así alcanzar el balance que dé
a cada cual lo suyo, justiciero.


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