Esto es cuestión de tiempo. No sabemos cuándo será su partida, pero sabemos que es inminente. No le exagero, ya que veinte, treinta años o cuarenta o los que le queden en esta tierra son nada en comparación con la vida del universo, no digamos con la eternidad. Nada, menos que un grano de arena en una inmensa playa. Esta vida se va rápido y lo que nos queda es poco para lo que hay que hacer. El tiempo perdido no se recupera.
"El número de los días del hombre, cuando mucho, son cien años; como una gota de agua en el mar, como un grano de arena, eso son mil años comparados con la eternidad." Eclo 18, 9-10.
¿Qué va a dejar al mundo como herencia? Un manojo de nervios que le hizo la vida imposible a sus prójimos con rabietas, palabras disonantes y momentos de histeria. Un montón de vacíos en su misión personal por omitir tantas veces su obligación histórica de servicio a la humanidad. ¿Para qué cree que lo trajo el Señor al mundo? ¿Acaso para ser como un florero puesto de adorno en una casa triste de relaciones pobres, porque usted nunca se levantó y dijo, "aquí estoy yo dispuesto a dar lo mejor de mí mismo"?
La muerte se parece a los actores que trabajan en una obra de teatro. Al acabar la función (que es la vida) se quitan sus disfraces de reyes, duques, policías, héroes o villanos, personas ricas o mendigos y aparecen tal y como son, dignos o indignos, santos o pecadores, generosos o egoístas. Así, después de la muerte, en el juicio final nos presentaremos tal y como somos; no habrá fingimientos, ni justificaciones por nuestras malas acciones que dejaron tanto dolor en el mundo.
Tomás de Kempis nos dice: "Cuando viniere aquella hora postrera, de otra manera comenzarás a sentir toda tu vida pasada, y mucho fe dolerás porque fuiste tan negligente y perezoso. ¡Cuan bienaventurado y prudente es el que vive de tal manera cual desea ser hallado en la muerte!" Jesús dice que es mejor que "acumulen tesoros en el cielo, donde no roe la polilla ni destruye la herrumbre, donde los ladrones no abren brechas ni roban". Nuestra herencia son nuestras buenas obras. Recuerde con Dios somos invencibles.
