El diccionario define gazapo como un disparate, yerro de quien escribe o habla, sinónimo de error. Estos errores resaltan con mayor prominencia en los medios impresos porque el lector puede volver sobre el texto las veces que desee para constatar la equivocación que tuvo el que escribió.
En los periódicos, el gazapo sigue siendo el dolor de cabeza del periodista, pues una palabra mal escrita cambia el contenido del mensaje y el que escribe termina diciendo lo que no quiso decir.
Los adelantos tecnológicos en la computadora permiten determinar con precisión el origen del error, y saber quién lo cometió a lo largo del proceso que debe sufrir una nota periodística en su recorrido, desde el reportero hasta su destino final que es el espacio impreso.
La llegada de la magia del Internet y los scanner ha hecho posible desechar el antiguo método de levantado de texto a máquina, donde una mecanógrafa tenía que transcribir un cúmulo interminable de notas periodísticas, aumentando las posibilidades de los llamados gazapos. He allí la importancia de los correctores de prueba o de estilo.
Grande es el enredo que puede causar el cambio o la omisión de una letra dentro de una palabra, como en el caso de un amigo que en broma le comenta a otro, ¿Sabes que la Academia de la Lengua está pensando eliminar la j y en su reemplazo se empleará la g?, a lo que el otro le contestó, ¿Te imaginas cómo quedará la señora María Cajar? |