En medio de ataques constantes contra las fuerzas estadounidenses en Irak, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, prometió que no dejaría a medias su misión en esa nación árabe del Golfo. El miércoles, un soldado estadounidense herido en un ataque la víspera en Bagdad murió a raíz de sus lesiones.
En una ceremonia en la Casa Blanca, Bush dijo que la reconstrucción de Irak, después de la invasión estadounidense, sería "un compromiso gigante y a largo plazo", insinuando que requeriría mayores sacrificios.
En lo que parecía ser expresión de sus preocupaciones acerca del creciente número de muertes de soldados estadounidenses en Irak, Bush declaró que cualquiera que ataque a las tropas de su país "será respondido con fuerza directa y decisiva".
Asimismo, dijo que el compromiso de Estados Unidos hacia Irak no se vería sacudido, a pesar de ataques de "grupos desperdigados de terroristas" dentro de Irak.
"No habrá un regreso a la tiranía en Irak", afirmó, añadiendo que la presencia estadounidense era necesaria para asegurarse que el poder no regrese a las fuerzas leales al depuesto líder iraquí Saddam Hussein. |